Fósiles olvidados de Colombia y Estados Unidos pueden reescribir parte de la historia evolutiva de las plantas

Botánicas/os y paleontólogas/os, dirigidos por investigadoras del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV-CONICET-UNC) y de la Universidad de Colorado Boulder (CU Boulder), han descripto dos especies fósiles que puede reescribir la geografía y la línea de tiempo evolutiva de la familia de las plantas de tomate.

Los hallazgos del equipo, publicados el mes pasado en la revista New Phytologist, muestran que la tribu del ají (Capsiceae) dentro de la familia solanáceas, es mucho más antigua y estaba mucho más extendida de lo que se pensaba hasta ahora. Los científicos creían anteriormente que los ajíes evolucionaron en América del Sur hace como máximo 15 millones de años, pero la nueva investigación adelanta esa fecha hasta hace al menos 50 millones de años, y sugiere que los ajíes estaban presentes en América del Norte en ese momento.

Rocío Deanna, investigadora asistente del IMBIV, y Abel Campos, estudiante de pregrado de CU Boulder, no planeaban reescribir la historia cuando se encontraron una tarde en el Museo de Historia Natural de Boulder en 2021. Sin embargo, entre un grupo de especímenes en sus colecciones, recopilados de la Formación Green River, un tesoro geológico en el noroeste de Colorado y el suroeste de Wyoming, Rocío detectó un rasgo específico y muy evidente de solanáceas en un fósil: pequeños dientes por debajo del extremo de un cáliz fructífero.

Dra. Rocío Deanna

Después de que descubrieron este fósil en las colecciones de CU Boulder, Rocío y Abel, coautor del estudio, encontraron dos especímenes más de la tribu del chile en las colecciones del Museo de Historia Natural de CU Boulder y el Museo de Naturaleza y Ciencia de Denver.

Estos fósiles de ají de la época geológica del Eoceno (hace 33,9 a 56 millones de años) coinciden con la línea de tiempo de otro fósil de solanáceas encontrado en la Formación Esmeraldas en Colombia, lo que revela que la familia ya estaba distribuida en toda América desde hace 50 millones de años.

Fósil de Lycianthoides calycina, especie que pertenece a la tribu Capsiceae de los ajíes picantes

Una historia de evolución de frutas y fósiles

La familia de los tomates o solanáceas (Solanaceae) comprenden 3.000 especies y casi 100 géneros diferentes, incluidos los chiles.  Hoy en día, Colorado es el hogar de muy pocas solanáceas nativas y no presenta ajíes. Este nuevo descubrimiento sugiere que plantas de la familia de las solanáceas pudieron haber existido en América del Norte hace 40 a 50 millones de años, y desde entonces han desaparecido en gran medida.

El ají crecía durante el Eoceno, una época geológica que duró desde hace unos 56 a 34 millones de años, cuando los continentes se estaban desplazando hacia sus posiciones actuales. Durante este tiempo templado en la historia de la Tierra, los niveles de dióxido de carbono oscilaron entre 700 y 900 partes por millón (el doble del nivel actual) y, por ejemplo, las palmeras crecieron hasta Alaska. Debido a que había poco o nada de hielo en la Tierra, el nivel del mar era hasta 150 metros más alto de lo que es hoy.

La comunidad científica de Solanaceae consideraba que los orígenes de los ajíes comenzaron en América del Sur hace aproximadamente 10 a 15 millones de años, donde luego se dispersaron por tierra y agua a otros continentes. Los nuevos hallazgos, sin embargo, indican que ya estaban en América del Norte a principios del Eoceno, 50 millones de años atrás.

Pero, ¿cómo llegaron estos ajíes por primera vez a América del Norte? Los expertos han hipotetizado que las aves frugívoras (que se alimentan de frutos), que existieron hace 60 millones de años, pueden haber dispersado semillas y frutos alrededor del mundo pegadas a sus plumas o en el barro de sus patas. Pero estas aves también tenían que alimentarse durante sus viajes, por lo que las bayas carnosas o los ajíes eran el alimento perfecto. Las aves pueden haber dispersado ajíes de un continente a otro, pero estos ajíes también pueden haber sido cruciales para el éxito de esas mismas aves, al brindar el alimento que permitiera la colonización de nuevos ambientes.

Pueden acceder a la publicación original en el siguiente enlace de New Phytologist