Boletín informativo IMBIV (marzo-septiembre 2022)

Queremos contarles todo lo que nos pasó (o al menos lo más impactante) en estos últimos seis meses de presencialidad, así que decidimos crear ¡𝗻𝘂𝗲𝘀𝘁𝗿𝗼 𝗽𝗿𝗶𝗺𝗲𝗿 𝗯𝗼𝗹𝗲𝘁𝗶́𝗻 𝗶𝗻𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮𝘁𝗶𝘃𝗼!

Lo van a poder hojear como una revista (con sonido de hojas y todo), verlo en pantalla completa, hacer zoom, descargarlo como PDF e incluso imprimirlo desde el menú superior. Es totalmente interactivo, ya que en cada página van a encontrar enlaces que los van a llevar a publicaciones, redes sociales, mapas, fichas técnicas, guías, libros y videos.

𝗗𝗘𝗖𝗟𝗔𝗥𝗔𝗖𝗜𝗢́𝗡 𝗗𝗘𝗟 𝗖𝗢𝗡𝗦𝗘𝗝𝗢 𝗗𝗜𝗥𝗘𝗖𝗧𝗜𝗩𝗢 𝗗𝗘𝗟 𝗜𝗡𝗦𝗧𝗜𝗧𝗨𝗧𝗢 𝗠𝗨𝗟𝗧𝗜𝗗𝗜𝗦𝗖𝗜𝗣𝗟𝗜𝗡𝗔𝗥𝗜𝗢 𝗗𝗘 𝗕𝗜𝗢𝗟𝗢𝗚𝗜́𝗔 𝗩𝗘𝗚𝗘𝗧𝗔𝗟 (𝗜𝗠𝗕𝗜𝗩)

Desde el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (Universidad Nacional de Córdoba – CONICET) rechazamos la modificación inconsulta y regresiva a la Ley General de Ambiente de la Provincia de Córdoba 10.208 y a sus anexos, propuesta por el Poder Ejecutivo Provincial y sancionada por la Legislatura de la Provincia de Córdoba, el día 17 de agosto de 2022.

Pueden descargar el texto completo en el siguiente enlace: https://bit.ly/DeclaraciónIMBIVLey10208

𝗚𝗲𝗿𝗺𝗶𝗻𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗲𝘀𝗽𝗲𝗰𝗶𝗲𝘀 𝗻𝗮𝘁𝗶𝘃𝗮𝘀: 𝗶𝗻𝗳𝗼𝗿𝗺𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗽𝗿𝗮́𝗰𝘁𝗶𝗰𝗮 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗹𝗮 𝗿𝗲𝘀𝘁𝗮𝘂𝗿𝗮𝗰𝗶𝗼́𝗻 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗮𝗺𝗯𝗶𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀 𝗻𝗮𝘁𝘂𝗿𝗮𝗹𝗲𝘀 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗽𝗿𝗼𝘃𝗶𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗱𝗲 𝗖𝗼́𝗿𝗱𝗼𝗯𝗮

La cobertura vegetal natural ha sufrido una importante disminución en esta provincia, debido al avance de la frontera agropecuaria, las urbanizaciones, el aumento de la frecuencia de incendios, y la invasión por especies exóticas. Por tanto, es necesario fomentar la recuperación de los diversos ambientes de Córdoba.

Con la finalidad de responder a una demanda socio-ambiental, presentamos los datos germinativos de especies nativas de la provincia de Córdoba con interés para la restauración, en un formato de fichas.

Pueden acceder a la descarga de las fichas en la sección «Comunicación» de nuestra página institucional.

(Sin título)

¿Qué estamos respirando?

Estamos entrando en un período del año en donde el riesgo de incendios aumenta, las lluvias aun no son abundantes y podemos sentir y ver el “polvo” en el aire.  Esto podría significar que haya algunos días en donde debamos replanificar algunas actividades al aire libre. Pero, ¿hasta qué punto es importante la calidad del aire que respiramos?

Un estudio publicado en The Lancet demostró una asociación consistente entre partículas en suspensión y diabetes tipo 2, poniendo en evidencia cómo aumenta el riesgo de esta enfermedad por causa de la exposición a contaminantes en ambientes internos o externos. Los autores estimaron que casi un 20% de los casos de diabetes tipo 2 podrían estar relacionados con la contaminación del aire por partículas, y sugieren que una de las estrategias para reducir esta enfermedad seria disminuir la exposición a tales contaminantes.

Otro estudio publicado en la revista PNAS en junio de 2022, encontró que las partículas finas recolectadas en el aire también estaban presentes en el líquido cefalorraquídeo de las personas con trastornos cerebrales. Experimentos con ratones sugieren que las partículas que ingresan en nuestro organismo cuando respiramos, podrían viajar desde el interior de los pulmones hacia la sangre y luego a travesar la barrera hematoencefálica, principal línea de defensa que protege al cerebro de toxinas dañinas y compuestos relativamente grandes. Hasta el momento se sabía que las partículas que respiramos pueden afectar la función respiratoria y cardíaca, pero es la primera vez que se encuentra evidencia de que también pueden impactar en nuestro cerebro.

Medición de PM2.5 en la ciudad de Córdoba durante el mes de agosto de 2021

El LaICA (Laboratorio de Investigación en Contaminantes Atmosféricos) del IMBIV-CONICET-UNC está monitoreando los niveles de partículas en el aire en diferentes zonas de la ciudad de Córdoba, usando sensores de bajo costo. Durante el 2021 en esta misma época del año, se identificaron algunos días en los que el promedio diario de PM2.5 superaba el estándar sugerido por la Organización Mundial de la Salud (15 microgramos por metro cúbico). PM2.5 (en inglés Particulate Matter o materia particulada) son partículas de un diámetro inferior a 2,5 micras, donde una micra corresponde a una milésima parte de milímetro, por lo que estas partículas serían unas treinta veces más delgadas que un cabello humano. Muchos de estos eventos estuvieron relacionados con los incendios ocurridos en las sierras. Tales días, con valores “extremos” de partículas, podrían constituir una situación de riesgo para personas vulnerables, como niños pequeños y ancianos.

Comparación entre PM2.5, PM10, un cabello humano y granos de arena
Fuente: traducción al español de la imagen creada por U.S. EPA Office of Air Quality Planning and Standards (OAQPS)

No podemos evitar la preocupación por los niveles de partículas en la atmósfera, y menos aún subestimar nuestra exposición a una mala calidad del aire. Sin embargo, podemos tomar algunas medidas para asegurarnos de reducir nuestra exposición, por ejemplo:

  • No realizar actividades en ambientes abiertos.
  • Crear un área de descanso “limpio”, y si la habitación tiene ventanas, mantenerlas cerradas.
  • Limitar actividades en ambientes internos que pueden aumentar los niveles de partículas, como por ejemplo encender velas o pasar la aspiradora.

Las condiciones del aire a nuestro alrededor pueden cambiar rápidamente, sobre todo en época de sequía. Para estar actualizado sobre el tema se puede bajar la aplicación AirVisual para celulares, la cual permite para obtener información en tiempo real sobre la calidad del aire local, consultar los pronósticos para los próximos siete días y recibir alertas.

Pantalla principal de la aplicación AirVisual

Si quieren obtener más información sobre la calidad del aire en Córdoba en relación a otro tipo de contaminantes, pueden acceder a la nota y el podcast realizados por UNCiencia:

Clasifican a los humedales altoandinos de la Puna según su composición florística

Especialistas del CONICET mapearon estos típicos ecosistemas del noroeste de argentino con el objetivo de proveer herramientas para el ordenamiento territorial que garantice su conservación.

Los humedales altoandinos, conocidos localmente como vegas, son ambientes claves para la vida en las regiones de la Puna y Altos Andes. Estos ecosistemas son oasis en el desierto árido del altiplano, por lo cual son la fuente de agua y comida para los animales silvestres y las poblaciones humanas que habitan la región. También son reconocidos reservorios de carbono que sirven a la regulación del clima tanto a escala regional como global.

Estos importantes ecosistemas han sido históricamente el lugar de pastoreo de herbívoros silvestres como las vicuñas, y del ganado doméstico perteneciente a los habitantes de la zona. En las últimas décadas, el cambio climático y el creciente desarrollo minero, particularmente de minería de litio, han incrementado las presiones sobre estos sensibles ecosistemas. De acuerdo con los especialistas, el cambio climático está mostrando una tendencia de aumento de la temperatura y disminución de las lluvias, intensificando la aridez; mientras que la minería compite por el uso de la escasa agua dulce de la región. Conocer las características de las vegas y la interacción de los componentes de estos ecosistemas es de esencial importancia para la toma de decisiones de manejo y para un ordenamiento territorial que garantice la conservación de los humedales de la Puna.

En este sentido, recientemente, investigadores e investigadoras del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC), en colaboración con colegas del Instituto de Ecología Regional (IER, CONICET-UNT), mapearon la distribución regional de las vegas altoandinas y caracterizaron la biodiversidad de diferentes grupos taxonómicos. En base a ese conocimiento previo y observando la gran heterogeneidad que presentan las diferentes vegas altoandinas, estos ecosistemas fueron clasificados en diferentes grupos de acuerdo con su composición vegetal; y luego cada grupo o tipo de vega fue caracterizada a partir de variables espectrales y espaciales medidas con sensores remotos. Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Applied Vegetation Science.

Localización de las vegas estudiadas a lo largo de toda la Puna, desde Jujuy hasta San Juan. Los círculos de colores identifican a los cinco grupos identificados en este trabajo.

Para este estudio se muestrearon cincuenta vegas distribuidas a lo largo de toda la Puna, desde Jujuy hasta San Juan. En cada vega se distribuyeron cuadrantes de un metro por un metro de manera aleatoria, cubriendo la mayor heterogeneidad de hábitats posibles, en los cuales se relevó la identidad y la cobertura de las especies vegetales presentes. Con esa información se agruparon las vegas de acuerdo a su composición vegetal. “A medida que fuimos avanzando en nuestros estudios y conociendo mejor estos ecosistemas, fuimos entendiendo la gran complejidad y heterogeneidad que tienen. Comprender y caracterizar esta diversidad nos da información crucial para el ordenamiento territorial de la región”, explica Andrea Izquierdo, investigadora del CONICET en el IMBIV y primera autora del artículo.

Posteriormente, para caracterizar los diferentes tipos de vegas identificados se calcularon variables espaciales y espectrales relacionadas a características ecosistémicas que pudieran diferir entre las vegas, por ejemplo, altitud, localización geográfica, índices de productividad, humedad y salinidad. “Al identificar estos diferentes tipos florísticos de vegas podemos analizar las diferencias en los recursos naturales y las contribuciones de estos ecosistemas a las poblaciones y a la biodiversidad. Además, nos permitirá evaluar la potencial sensibilidad de las diferentes vegas frente a las presiones por cambio climático o por las actividades humanas a las que están expuestas”, resalta la investigadora.

En el estudio se pudieron identificar cinco tipos distintos de vegas según su composición vegetal: 1) dominadas por especies en cojín de la familia de las Juncaceas asociadas a gramíneas; 2) asociadas a la familia de las Cyperaceas; 3) dominadas por Cyperaceas; 4) asociadas a especies halófitas, que son aquellas que habitan ambientes salinos y 5) mayormente halófitas con especies de las familias de las Solanaceas.

A su vez, los diferentes grupos de vegas se diferenciaron en ciertas variables espaciales y espectrales. Las vegas del grupo 1, dominadas por especies en cojín, estuvieron distribuidas hacia el noroeste y localizadas a mayores altitudes. Las vegas del grupo 2, también dominadas por Juncaceas, pero con alta cobertura de Cyperaceas asociada, mostraron mayor estabilidad en la humedad del suelo y la productividad a lo largo del año. Mientras que las vegas dominadas por especies halófitas, grupo 4 y grupo 5, presentaron mayor salinidad, menor humedad del suelo, y mayor área, y menor productividad, respectivamente.

Los valores de las variables utilizadas para esta clasificación se obtuvieron utilizando sistemas de información en base a imágenes satelitales. Estas herramientas geoespaciales son particularmente relevantes en estudios a escalas regionales y de áreas aisladas o de muy difícil acceso, como es el caso del presente trabajo. Asimismo, caracterizar estos ecosistemas con variables espectrales provee información y herramientas para su estudio y monitoreo a nivel de paisaje, facilitando la tarea de campo y minimizando costos. La investigadora de CONICET hace hincapié en que la caracterización de estos tipos de vegas a través de sensores remotos los ayudó a comprender patrones regionales de un área de muy difícil acceso. Además, destaca que esta primera aproximación que realizaron con el equipo de trabajo fue muy útil al ordenamiento territorial de una región de la que aún poseen relativamente poca información y en la que hay fuertes intereses de desarrollo, particularmente minero, en los últimos años.

Por último, María Victoria Vaieretti, investigadora de CONICET en IMBIV y coautora del trabajo, resalta que la vegetación es un aspecto clave en la regulación de muchos procesos ecosistémicos. “En las vegas altoandinas, como sucede en otros ecosistemas, la identidad y la estructura de la vegetación determinarán la calidad y cantidad de material vegetal muerto que ingresa al suelo, el cual, en combinación con parámetros ambientales, como la temperatura y la humedad, regirá procesos como la descomposición, el ciclado de los nutrientes y la acumulación de carbono en el suelo como consecuencia de la formación de la materia orgánica”, concluye la científica.

Referencia bibliográfica

Izquierdo, A.E., Blundo, C., Carilla, J., Foguet, J., Navarro, C.J., Casagranda, E., Chiappero, M.F., & Vaieretti, M.V. (2022). Floristic types of high-Andean wetlands from northwest Argentina and their remote-sensed characterization at a regional scale. Applied Vegetation Science 25:e12658. https://doi.org/10.1111/avsc.12658

Nota: este artículo fue publicado en la página web de CONICET el 18 de agosto de 2022 en el siguiente enlace: https://www.conicet.gov.ar/clasifican-a-los-humedales-altoandinos-de-la-puna-segun-su-composicion-floristica/

Vecinas invasoras: un juego didáctico para comprender cómo conquistan el mundo las plantas exóticas

Queremos invitarlos a leer este artículo donde se presenta el juego Vecinas invasoras, que tiene como objetivo facilitar la comprensión del proceso de invasión por plantas, uno de los problemas ecológicos más importantes a nivel mundial, con creciente relevancia a nivel local.

Para más información, acceder a la sección «Comunicación» de nuestra página, o hacer click en el siguiente enlace.

Serie de Guías de Biodiversidad de Antofagasta de la Sierra

Esta serie de guías nace de compartir intereses, motivaciones y conocimientos con la población local del departamento Antofagasta de la Sierra, Catamarca. Desde el año 2012 estudiamos los humedales de la Puna argentina como ecosistemas de alto valor de conservación. Durante el trabajo de campo, los nexos con las comunidades que habitan esta región se fueron fortaleciendo, y los diálogos y saberes compartidos fueron creciendo. 

Todas las personas que participamos en el desarrollo de estas guías estamos convencidas que sólo se cuida y conserva lo que se ama y se conoce. Con ese espíritu, en esta serie compilamos información local sobre grupos representativos de la biodiversidad  relevada en la región de Antofagasta de la Sierra.

Las listas de especies están basadas en relevamiento de campo durante los estudios de nuestro equipo de trabajo en la región, y completadas gracias al aporte local de otras especies identificadas por los pobladores de la zona. Ninguna lista es considerada completa o finalizada, ya que otras especies podrían incluirse en base a nuevos registros u observaciones de investigadores o pobladores. Esperamos seguir actualizándolas periódicamente, para lo cual invitamos a quien tenga información que pudiera enriquecer futuras ediciones nos la haga llegar a:  bioguias.antofagasta@gmail.com

Los invitamos a descargar las guías de aves (72 especies) y de plantas de vegas (61 especies) de Antofagasta de la Sierra en la sección «Comunicación» de nuestra página web.

Evalúan el impacto del fuego en los bosques nativos de las Sierras chicas de Córdoba

Agalla de tallo donde se observa el orificio de salida del insecto inductor adulto. Foto: Nicolás Kuzmanich

Una investigación de especialistas del CONICET analizó el impacto de los incendios en comunidades de insectos y especies vegetales, con el objetivo de definir mejores estrategias de conservación.

Una reciente investigación llevada a cabo por especialistas del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) en las sierras chicas de Córdoba encontró que existe una mayor diversidad de plantas y de insectos cuando se considera a todas las zonas con diferentes tiempos de recuperación luego de un incendio, en comparación a lo que se observa cuando se tiene en cuenta a las especies de esas zonas por separado. Si bien esto puede parecer lógico, no siempre es tenido en cuenta cuando se deben considerar áreas con diferentes tiempos de recuperación post fuego a la hora de maximizar la conservación de especies.

Para este estudio publicado en Ecological entomology, se tuvieron en cuenta diferentes áreas del Chaco Serrano de acuerdo al registro de incendios existente. En base a este criterio, se definieron tres zonas bien diferenciadas, una con poco tiempo de recuperación (hasta tres años post fuego), mayor tiempo de recuperación (hasta nueve años) y una tercera zona que no sufrió incendios en los últimos ochenta años.

“Nosotros estudiamos comunidades de insectos herbívoros conocidos como cecidógenos. Estos insectos tienen la particularidad de modificar los tejidos de las plantas para que se formen estructuras llamadas agallas, dentro de las cuales sus larvas pueden alimentarse y a su vez estar protegidas de condiciones ambientales hostiles. La diversidad de este grupo de insectos está estrechamente relacionada a los cambios que produce el fuego en la diversidad de plantas, ya que son herbívoros que se alimentan únicamente de sus plantas hospedadoras, necesitando de ellas para poder cumplir su ciclo de vida”, afirma Nicolás Kuzmanich, becario posdoctoral del CONICET en el IMBIV y primer autor del artículo.

En la investigación se destaca que aquellas zonas que alguna vez padecieron un incendio contienen más especies de plantas y de insectos que aquellas que no sufrieron incendios en los últimos ochenta años. “Pero no todo es tan lineal -puntualiza Kuzmanich-, ya que mientras que las zonas recientemente quemadas (tres años de recuperación) contienen mayor número de especies vegetales que aquellas con mayor tiempo de recuperación (nueve años), estas últimas muestran mayor riqueza de estos insectos herbívoros que las recientemente quemadas”.

Estos resultados revelarían que la recuperación del bosque nativo luego de un incendio debe transitar por un proceso en el que tanto la composición de especies como la biodiversidad van cambiando constantemente, y que cualquier impacto negativo sobre esa transformación en cualquiera de sus fases va a impedir o retrasar esa restauración. Además, la presencia de este tipo de insectos especialistas también podría funcionar como una especie de “marcador” que nos indicaría en qué fase de la recuperación se encuentra ese proceso.

Al analizar cuáles son las especies que están en las diferentes zonas estudiadas, los resultados fueron aún más interesantes. “Este estudio reveló que las zonas quemadas compartían especies vegetales y de insectos entre ellas, pero que éstas no estaban en las zonas que llevan mucho tiempo sin quemarse. Esto quiere decir que estos últimos contienen especies vegetales y de insectos que únicamente se encuentran en los bosques que llevan mucho tiempo sin haber sufrido incendios”, explica Kuzmanich. Esto remarca la importancia de conservar los bosques nativos, ya que su diversidad no se encuentra en áreas que hayan sufrido algún incendio.

Pero si los incendios son procesos naturales, ¿por qué se los debe evitar?  Las modificaciones producidas por las diferentes actividades humanas en los ambientes, sumado al cambio climático, han aumentado la frecuencia con la que ocurren los incendios en muchos lugares del mundo. Este incremento en su frecuencia atenta contra la resiliencia que tienen los ambientes para recuperarse luego del fuego. Todo esto conlleva a que aquello que alguna vez fue un bosque termine convirtiéndose en un pastizal o un matorral, con mayor probabilidad de volverse a incendiar y con menor capacidad de resiliencia.

De este trabajo se desprenden dos puntos principales. Por un lado, que los incendios, como otros tantos disturbios naturales, producen heterogeneidad en los ambientes, lo que a su vez se traduce en una mayor diversidad. “Pero lo más importante es que hay evitar que los ambientes quemados vuelvan a incendiarse para darles el tiempo necesario para su recuperación.  De esta forma, integrar áreas con diferentes tiempos de recuperación luego de un incendio a los planes de conservación es una estrategia que permitirá maximizar la conservación de la diversidad y así aprovechar los grandes beneficios de ella. El desastre ecológico no son los incendios en sí mismos, sino los múltiples incendios que ocurren anualmente en las mismas zonas, devastándolo todo”, finaliza Kuzmanich.

Por Alberto Díaz Añel – Área de Comunicación IMBIV

Referencia bibliográfica

Kuzmanich, N., Giorgis, M.A. & Salvo, A. (2022). Fire affects galling insect communities through vegetation changes in a subtropical seasonally semiarid forest. Ecological Entomology 47:296-304. https://doi.org/10.1111/een.13113

Nota: este artículo fue publicado en la página web de CONICET el 4 de agosto de 2022 en el siguiente enlace: https://www.conicet.gov.ar/evaluan-el-impacto-del-fuego-en-los-bosques-nativos-de-las-sierras-chicas-de-cordoba/

𝗕𝘂́𝘀𝗾𝘂𝗲𝗱𝗮 𝗱𝗲 𝗰𝗮𝗻𝗱𝗶𝗱𝗮𝘁𝗼 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗯𝗲𝗰𝗮 𝗽𝗼𝘀𝘁𝗱𝗼𝗰𝘁𝗼𝗿𝗮𝗹 𝗖𝗢𝗡𝗜𝗖𝗘𝗧 𝗹𝗹𝗮𝗺𝗮𝗱𝗼 𝟮𝟬𝟮𝟮-𝟮𝟬𝟮𝟯

Tema: Filogeografía en especies endémicas de 𝙂𝙮𝙢𝙣𝙤𝙘𝙖𝙡𝙮𝙘𝙞𝙪𝙢 del centro y noroeste de Argentina

𝘎𝘺𝘮𝘯𝘰𝘤𝘢𝘭𝘺𝘤𝘪𝘶𝘮 es un género endémico de 𝘊𝘢𝘤𝘵𝘢𝘤𝘦𝘢𝘦 del sur de Sudamérica, siendo las montañas del centro y noroeste de Argentina la región de mayor número de especies.

La distribución de sus especies son un excelente modelo para probar hipótesis acerca de procesos históricos, orogénicos y geoclimáticos que han afectado la diversificación, distribución, demografía y del nicho ecológico de las especies.

Lugar de Trabajo: Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV-CONICET-UNC), Córdoba.

Interesados escribir a Dres. Diego Gurvich (degurvich@unc.edu.ar) y Alicia Sérsic (asersic@imbiv.unc.edu.ar)

𝗥𝗲𝗾𝘂𝗶𝘀𝗶𝘁𝗼𝘀: 𝗲𝘀𝘁𝗮𝗿 𝗴𝗿𝗮𝗱𝘂𝗮𝗱𝗼 𝗲𝗻 𝗕𝗶𝗼𝗹𝗼𝗴𝗶́𝗮 𝗼 𝗰𝗮𝗿𝗿𝗲𝗿𝗮𝘀 𝗮𝗳𝗶𝗻𝗲𝘀. 𝗧𝗲𝗻𝗲𝗿 𝗰𝗼𝗻𝗼𝗰𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼𝘀 𝗯𝗮́𝘀𝗶𝗰𝗼𝘀 𝗲𝗻 𝗲𝗹 𝘁𝗿𝗮𝗯𝗮𝗷𝗼 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝗯𝗼𝗿𝗮𝘁𝗼𝗿𝗶𝗼 𝗱𝗲 𝗯𝗶𝗼𝗹𝗼𝗴𝗶́𝗮 𝗺𝗼𝗹𝗲𝗰𝘂𝗹𝗮𝗿 𝘆 𝗱𝗲 𝗺𝗼𝗱𝗲𝗹𝗮𝗱𝗼 𝗱𝗲 𝗻𝗶𝗰𝗵𝗼 𝗲𝗰𝗼𝗹𝗼́𝗴𝗶𝗰𝗼.

Invitación para sumarse al número especial de Austral Ecology

Nos contactamos con ustedes para comentarles que la revista Austral Ecology, de cuyo comité editorial formamos parte, está preparando un número especial titulado “Ecology in South America: present state and future prospects”.

Para este número especial, Austral Ecology invita a contribuir con manuscritos de alta calidad que muestren el estado actual y las perspectivas futuras de la investigación ecológica en América del Sur. Buscamos presentaciones de todas las regiones del continente. Todos los manuscritos enviados se someterán a una rigurosa revisión por pares como con cualquier envío regular a Austral Ecology. No hay previsión del número de obras aceptadas para la edición especial. Se considerarán todos los artículos que cumplan con los objetivos y alcances de la revista, que sean sometidos a una rigurosa revisión por pares y que demuestren claramente el estado actual y las perspectivas futuras de la investigación ecológica en América del Sur.

Todos los artículos aceptados recibirán una traducción gratuita al portugués y/o al español para ser publicados junto con el artículo como material complementario. Además, Austral Ecology ayudará a los autores a desarrollar un video promocional para el artículo aceptado y cubrirá los costos de subtitulado de todos los videos en inglés, español y portugués.

Los alentamos a que se sumen a este número especial, que creemos tendrá gran repercusión tanto en Sudamérica como a nivel global. La fecha límite para el envío de trabajos es el 30 de septiembre de 2022. Pueden ver toda la información sobre este número especial en este enlace: https://onlinelibrary.wiley.com/page/journal/14429993/homepage/upcomingspecialissue

Por último, les pedimos por favor si pueden difundir este llamado entre sus contactos, para que llegue a la mayor cantidad de gente posible.

Estamos a su disposición por cualquier consulta.

Un cordial saludo,

Natalia Pérez Harguindeguy (natalia.perez.h@unc.edu.ar)

Pedro Jaureguiberry (pedro.jaureguiberry@unc.edu.ar)

Un estudio evidencia que la incidencia de las abejas melíferas manejadas en la polinización difiere según el tipo de cultivo

Abeja de la miel (Apis mellifera) visitando una flor de almendro – variedad autocompatible Marinada. Foto: Agustín Saez.

La agricultura moderna depende cada vez más de los polinizadores; sin embargo, el número de colonias de la abeja domesticada de la miel (Apis melífera) está creciendo a un ritmo más lento que su demanda, mientras que los polinizadores silvestres disminuyen en todo el mundo. Esta pérdida de polinizadores está relacionada con diferentes tipos de impacto antrópico, en particular la sustitución de hábitats naturales por tierras de cultivo y el uso generalizado de pesticidas, que han causado disminuciones en la abundancia y/o diversidad de polinizadores a escala local, regional y global. Como consecuencia, la gran mayoría de los cultivos dependientes de polinizadores presentan limitada su producción debido a una incorrecta polinización.

Este escenario es el que revela un estudio publicado recientemente en la revista Porceedings of The Royal Society B, que fue llevado adelante por científicos/as del CONICET y liderado por Agustín Sáez, investigador en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (INIBIOMA, CONICET-UNCo). Participaron Gabriela Gleiser , Carolina L. Morales y Marcelo A. Aizen del mismo instituto; Ramiro Aguilar y Lorena Ashworth (IMBIV-CONICET-UNC); y Anna Traveset (IMEDEA).

A través de un metaanálisis de los resultados de 52 estudios se realizó una evaluación que arrojó la existencia de una limitación de polinización en los cultivos dependientes de polinizadores a nivel global. De esta forma, se configura un escenario desigual de alta demanda de polinizadores y baja disponibilidad, lo cual limita la cantidad y/o la calidad de las frutas y semillas producidas por muchos cultivos.

La investigación evidenció que cuando se suplementan los cultivos con colmenas de la abeja de la miel decrece la limitación de polinización. Sin embargo, su incidencia es diferente según el tipo de cultivo.  Existen dos, los autocompatibles, que pueden fecundarse con el polen de la misma planta, y los autoincompatibles, que requieren cruzar el polen entre distintas variedades para lograr la semilla o fruto.

La investigación logró sistematizar datos de observaciones de distintas partes del mundo, lo cual constituye un insumo de utilidad ante la ausencia de evaluaciones generales de la limitación de la polinización de cultivos y los factores que determinan su magnitud. Las mismas evidencian que la limitación en la polinización es, en promedio, del 35%, lo cual implica que el rendimiento de los cultivos se encuentra por debajo de su valor óptimo. No obstante, la producción puede mejorarse optimizando los manejos que se hacen de la agricultura; las abejas manejadas solucionan parte de esta problemática para cultivos que son autocompatibles; sin embargo, para cultivos que son autoincompatibles se necesita incrementar tanto la diversidad genética de las plantas que se está produciendo en la plantación, como la diversidad de polinizadores visitando el cultivo. “Muchos productores consideran que el problema se resuelve agregando abejas de la miel; sin embargo, en este estudio mostramos que en muchos casos esto no resuelve la limitación de la polinización; para los cultivos autoincompatibles es necesaria la presencia de ensambles diversos de polinizadores y plantaciones con alta diversidad genética, es decir que tengan distintas variedades, concluye el investigador.

Nota publicada en la página web de CONICET: https://www.conicet.gov.ar/un-estudio-evidencia-que-la-incidencia-de-las-abejas-meliferas-manejadas-en-la-polinizacion-difiere-segun-el-tipo-de-cultivo/

Por María Eugenia Ghio (INIBIOMA) y Emiliana García (CCT Patagonia Norte)

Referencia bibliográfica:

Sáez, A., Aguilar, R., Ashworth, L., Gleiser, G., Morales, C. L., Traveset, A., & Aizen, M. A. (2022). Managed honeybees decrease pollination limitation in self-compatible but not in self-incompatible crops. Proceedings of the Royal Society B, 289 (1972), 20220086https://doi.org/10.1098/rspb.2022.0086

Evalúan los efectos de la actividad humana sobre la diversidad genética de las plantas patagónicas

El estudio, realizado por especialistas del CONICET, demuestra la importancia de incluir análisis de ADN en las estrategias de conservación.

La estepa patagónica se extiende por más de 800.000 km2 en el sur del continente sudamericano. Sus condiciones extremas albergan una gran diversidad biológica exclusiva, adaptada al rigor del clima. A su vez, ha sido identificada como una de las ecorregiones terrestres más vulnerables. Sin embargo, a pesar de abarcar un cuarto del tamaño de la Argentina, está proporcionalmente poco representada en el sistema de áreas protegidas del país.

Cuando se piensa en la protección de la biodiversidad, los esfuerzos de priorización se han centrado en identificar lugares con altos niveles de riqueza de especies. Pero muchas veces es necesario mirar más allá de la diversidad taxonómica y comenzar a considerar otras perspectivas, dimensiones y niveles de la biodiversidad e integrarlos entre ellos, como es el caso de la diversidad genética intraespecífica (DGI).

Investigadores del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) y en el Instituto de Botánica Darwinion (IBODA, CONICET-ANCEFN) evaluaron el impacto del uso actual de la tierra y las anomalías climáticas futuras sobre la DGI de las plantas con flores que habitan la estepa patagónica, con el fin de identificar áreas de refugio y de riesgo para las especies y así poder establecer estrategias de conservación más adecuadas. Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Biological conservation.

El papel de la evolución en la conservación

Producto de las actividades humanas, hoy se observan tasas de extinción de especies sin precedentes en numerosos ecosistemas de la Tierra. Las principales causas detrás de esta pérdida de biodiversidad son el cambio climático y la transformación de los ambientes naturales.

“Cada vez más comprendemos que conservar los procesos evolutivos y ecológicos es más eficiente que los enfoques basados ​​en especies. La DGI es la base fundamental para el cambio evolutivo y es una métrica esencial de la biodiversidad. Por un lado, refleja el papel de las condiciones ambientales pasadas sobre la distribución de los organismos y, por lo tanto, es una medida sintética de la historia evolutiva de las poblaciones. Por el otro, es una métrica que resume el potencial evolutivo de las especies para responder a las condiciones ambientales futuras”, afirma Matías Baranzelli, investigador del CONICET en el IMBIV y primer autor del artículo.

Sin embargo, la DGI es escasamente considerada en las estrategias de planificación y conservación. De acuerdo con el investigador, incluir esta dimensión de la biodiversidad constituye un enfoque más preciso y completo para evaluar los procesos evolutivos y ecológicos que definen a los ecosistemas, y permite incluir el continuo evolutivo en las estrategias de conservación, para que sean más dinámicas y eficientes.

El impacto del clima y del uso del suelo en la biodiversidad

“En este trabajo evaluamos el impacto sinérgico del uso actual de la tierra y las anomalías climáticas futuras sobre la DGI de las plantas con flores que habitan la estepa patagónica, con el objetivo de identificar áreas de refugio para las especies y áreas de riesgo. A partir de datos provenientes de estudios en los campos de la ecología, la evolución y la biogeografía, que se realizaron en los últimos 20 años, obtuvimos más de 5 mil secuencias de ADN para 2815 individuos de 24 especies de plantas en 340 localidades de la región”, comenta el investigador.

Mapa de la Estepa Patagónica con la distribución geográfica de las especies de plantas con secuencias de ADN disponibles, y fotografías de algunas de las especies

Al explorar la relación espacial entre los patrones de DGI a lo largo de la estepa, se encontró una asociación significativa y positiva con la riqueza de especies. Es decir, donde habitan más especies de plantas, la diversidad genética es mayor.

“Luego evaluamos el efecto del cambio climático y el uso de suelo a lo largo de la estepa patagónica. Para ello definimos lo que denominamos escenarios antropocénicos: por un lado, áreas de refugio, aquellas con anomalías climáticas proyectadas por debajo del promedio para toda la región y un uso de la tierra actualmente moderado; y, por otro lado, áreas de alto riesgo, con anomalías climáticas proyectadas por encima del promedio regional y un uso de la tierra actual moderado o fuerte”, explica Baranzelli.

Las áreas de refugio se extienden al sur de la estepa en aproximadamente el 36 por ciento del área total, mientras que las áreas de riesgo ocupan el 64 por ciento, principalmente al norte de la estepa patagónica. Esas áreas al sur de la estepa podrían actuar como potenciales refugios climáticos y de hábitat para la biodiversidad, y además permitirían establecer estrategias de conservación más adecuadas teniendo en cuenta el cambio climático y la degradación del hábitat actual. Sin embargo, solo el 1,8 por ciento de las áreas de refugio se superponen con las actuales áreas protegidas. Por lo tanto, para Baranzelli, la expansión de estas últimas y la articulación de sus políticas de conservación debe ser una prioridad para la región.

“En un mundo de crecientes demandas y de presión por el uso de los recursos naturales, nuestro desafío continúa siendo la vinculación del conocimiento de la biodiversidad y su conservación. Al proteger las áreas de la Patagonia con alta diversidad genética, que coinciden con alta riqueza de especies y endemismo, no sólo resguardaremos la biodiversidad, sino también mecanismos históricos claves que promovieron dicha diversidad”, señala el investigador.

De acuerdo con Baranzelli, este trabajo sienta las bases de la trascendencia que tiene incluir la DGI en las estrategias de conservación. Se trata del primer intento de sintetizar y armar una base de datos que permita considerar la diversidad genética en medidas de conservación.

“Destacamos la necesidad de una amplia gama de estrategias de conservación dentro y entre las áreas patagónicas, principalmente mitigación al norte y conservación al sur, y de la implementación de nuevas investigaciones, como estudios a campo sobre el efecto ya en marcha del uso de suelo y del cambio climático, y la generación de modelos espacialmente predictivos a partir de la información y resultados aquí obtenidos. Todo esto, en pos de enfrentar los desafíos que nos toca vivir y para poder salvaguardar la biodiversidad de las plantas del fin del mundo”, finaliza el investigador.

Por Alberto Díaz Añel – Área de Comunicación IMBIV

Referencia bibliográfica

Baranzelli, M. C., Cosacov, A., Sede, S. M., Nicola, M. V., & Sérsic, A. N. (2022). Anthropocene refugia in Patagonia: A macrogenetic approach to safeguarding the biodiversity of flowering plants. Biological Conservation, 268, 109492. https://doi.org/10.1016/j.biocon.2022.109492

Esta nota fue publicada en el sitio web del CONICET el día 1° de junio de 2022: https://www.conicet.gov.ar/evaluan-los-efectos-de-la-actividad-humana-sobre-la-diversidad-genetica-de-las-plantas-patagonicas/

Un mundo bajo nuestros pies

Determinan cuáles son los hongos más beneficiosos para las plantas

En los últimos años hay una palabra que está apareciendo frecuentemente en nuestro vocabulario: biodiversidad. Esta palabra describe la gran variedad actual de seres vivos y sus interacciones, que constituyen el sostén del delicado equilibrio que existe en la naturaleza. Cuando nos referimos a ella, es frecuente que pensemos en la diversidad biológica que podemos ver, pero pocas veces nos damos cuenta que bajo nuestros pies también existe un mundo muy complejo, que además tiene gran influencia en lo que pasa por encima de la superficie.

Ese mundo, conocido como biota del suelo, está formado por seres microscópicos que incluyen virus, bacterias, hongos y otros que podemos observar a simple vista como pequeños insectos, lombrices e incluso la parte subterránea de las plantas, las raíces. Todos estos organismos interactúan entre sí y, en esa interacción, desempeñan funciones de gran importancia, entre las que podemos nombrar la regulación de los nutrientes y de los regímenes del agua, el mantenimiento de la estructura del suelo, la descomposición de la materia orgánica y la eliminación de sustancias tóxicas. Pero no todo queda enterrado, sino que estas interacciones también permiten el intercambio con los gases de la atmósfera, lo que ayuda en gran parte a la reducción de gases de efecto invernadero al retener en el suelo gran parte del carbono emitido al aire.

Uno de los componentes más relevantes de la biota del suelo son unos hongos con un nombre bastante complejo, que describe más que nada su relación con las plantas y las estructuras que forman. Son los hongos micorrícicos arbusculares, a los que vamos a llamar HMA desde ahora. La palabra micorriza proviene del griego mycos (hongo) y rhizos (raíz), y justamente define a la relación simbiótica entre un hongo y las raíces de la mayoría de las especies de plantas del planeta, incluidas las de importancia agrícola.

El tipo de simbiosis que se establece es la que se conoce como mutualista, en donde ambos participantes se benefician. En este caso el hongo provee a las plantas de nutrientes -principalmente fósforo y nitrógeno-, mientras que estas últimas les proporcionan a los primeros los hidratos de carbono que producen a partir de la fotosíntesis. A través de esta interacción, muchos de los HMA también promueven el crecimiento vegetal y la resistencia a distintos tipos de estrés, como sequía, salinidad, presencia de metales pesados, o el ataque de parásitos y patógenos. Es por ello por lo que muchas especies de HMA son utilizadas como bioinoculantes, es decir, agregando sus esporas a las semillas o a las plantas de cultivos comerciales para favorecer su crecimiento.


Esporas de hongos micorrícicos que promueven la nutrición y el crecimiento de las plantas

Los cambios en el uso de la tierra por parte del hombre, como las prácticas agrícolas, también afectan a las comunidades de los HMA. Por lo tanto, serían deseables estrategias de uso de la tierra que tengan el menor impacto posible en este grupo, particularmente en la agricultura.

Investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV-CONICET-UNC) y del Instituto de Botánica de la Academia de Ciencias Checa, publicaron un estudio en la prestigiosa revista New Phytologist donde analizaron el efecto de las distintas especies y grupos taxonómicos de HMA sobre el crecimiento, nutrición y protección de las plantas frente a distintos tipos de estrés (patógenos, parásitos, herbívoros, sequía, salinidad y metales pesados).

Hasta este estudio, no se había analizado cuáles son las especies de HMA más eficientes en la función simbiótica, en otras palabras, las especies que proveen mayores beneficios a las plantas a nivel de su crecimiento y nutrición de plantas con y sin estrés. Para llevarlo a cabo, se sintetizaron más de 3200 datos pertenecientes a 418 artículos publicados en los últimos diez años y se elaboraron rankings según la eficiencia simbiótica de las especies y grupos taxonómicos.

Entre los resultados más relevantes, las especies de HMA más estudiadas mostraron efectos moderadamente positivos y no se encontraban entre los simbiontes más ventajosos. En cambio, otras especies que demostraron ser más benéficas bajo el estrés causado por patógenos están poco representadas como bioinoculantes. Estas pueden ser algunas de las razones por las que el éxito de los HMA como bioinoculantes no siempre es evidente y que su uso sea a veces cuestionado.

La trascendencia de este hallazgo radica en el hecho de que la mayor parte del conocimiento que tenemos sobre la importancia de estos hongos en los ecosistemas naturales y agrícolas se basa en especies de HMA fácilmente cultivables, que son también las más utilizadas como bioinoculantes pero que, según el estudio, resultan tener una eficiencia simbiótica moderada.

Por lo tanto, se enfatiza la necesidad de incrementar los estudios sobre especies de HMA poco o no estudiadas para comprender mejor el papel de estos hongos en la naturaleza. Asimismo, los rankings surgidos de los análisis proveen las bases para seleccionar especies o grupos de especies más eficientes como bioinoculantes para la agricultura y la remediación o restauración de suelos contaminados o degradados. 

Autores de este trabajo por el IMBIV: Nicolás Marro, Gabriel Grilli, Florencia Soteras, Milena Caccia, Silvana Longo, Noelia Cofré, Valentina Borda, Magali Burni y Carlos Urcelay

Autor de la nota: Alberto Díaz Añel

Este artículo fue publicado en un formato diferente en el sitio web del CONICET el día 17 de mayo de 2022: https://www.conicet.gov.ar/un-mundo-subterraneo-determinan-cuales-son-los-hongos-mas-beneficiosos-para-las-plantas/

Voces de la comunidad: la importancia de redes diversas en mentorías académicas

Enlace al artículo en Nature Communications en el que participaron Rocío Deanna y Andrea Cosacov de nuestro Instituto: https://www.nature.com/articles/s41467-022-28667-0

Las relaciones mentor-aprendiz son cruciales para la retención, el éxito y el bienestar de las mujeres y las minorías subrepresentadas (URM, del inglés underrepresented minority) en el mundo académico. La mentoría efectiva requiere una relación personal única entre individuos en diferentes etapas de la carrera científica, y esto no siempre se puede lograr en las relaciones tradicionales de mentor-aprendiz. Además, este modelo de mentoría no supera los obstáculos que enfrentan las mujeres y las URM durante sus carreras académicas, especialmente con respecto a su menor representación en etapas posteriores de la trayectoria profesional, lo que aumenta aún más la carga de los mentores disponibles. Aquí sugerimos que las instituciones deberían enfocar sus esfuerzos en aumentar la diversidad, la equidad y la inclusión (DEI) de manera diferente, sumando esfuerzos a las estrategias de tutoría para aumentar la DEI y promoviendo programas de mentores múltiples. Una red de varios mentores puede apuntalar el logro de objetivos profesionales a largo plazo, el avance y la retención de mentores y aprendices, mejorando así las iniciativas de DEI. Esta red de distribución de mentores rompe la estructura piramidal hacia una menor representación de mujeres y de URM en puestos de mayor responsabilidad y aumenta el desempeño colectivo al magnificar los recursos. Al diversificar la comunidad académica con la que los mentores y aprendices se involucran activamente, se puede lograr el avance científico en un entorno enriquecedor, lo que en consecuencia tiene un impacto positivo en la productividad. Por lo tanto, fomentar las redes de mentorías a través de cambios de políticas y de la implementación activa de programas debería ser de alta prioridad para cualquier institución académica que emprenda esfuerzos de DEI. Entornos de trabajo más saludables, capacitación científica más inclusiva y mejores resultados para profesionales de todos los contextos serían el resultado ideal de la implementación de este tipo de programas, que a medida que se amplíen crearán un ciclo virtuoso de mentorías enriquecidas para las generaciones futuras.

Pueden acceder a los paneles didácticos (en español) basados en este artículo desde nuestras redes sociales:

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La visión del mundo como un tapiz de la vida

Editorial de la Dra. Sandra Díaz para la revista Science

La ciencia ha permanecido por mucho tiempo alejada de la gente. La pandemia de Covid-19 ha demostrado la importancia que tiene la ciencia para nuestra supervivencia como especie, pero también ha expuesto los cortocircuitos comunicacionales que existen con el público, sumado a los impactos negativos que concepciones científicas fragmentarias tienen sobre las decisiones que se toman sobre la salud de la gente y el resto de los seres vivos.

La comunicación pública de la ciencia ha afrontado una dura batalla en estos últimos dos años, combatiendo abundante información falsa que se esparció rápidamente a través de redes sociales y medios de comunicación.

Se necesita de manera urgente un diálogo entre todos los actores sociales, porque en los tiempos que se avecinan todo el mundo debe involucrarse, ya que las decisiones que se tomen en el futuro cercano van a afectar -de manera positiva o negativa- a todos nosotros. Sin excepción.

En el último número de la revista Science, la Dra. Sandra Díaz (IMBIV-CONICET-UNC) escribió un editorial sobre la importancia de nuevos conceptos integradores, y de su comprensión pública, para lograr el cambio transformador que viene solicitándose en los últimos informes ambientales. Las decisiones que se tomen a partir de ellos deberán ir más allá de los científicos que los desarrollaron y de quienes deben aplicar las políticas públicas.

Dra. Sandra Díaz (IMBIV-CONICET-UNC)

En este editorial, que puede leerse accediendo al siguiente enlace, la Dra. Díaz plantea una manera clara y concisa de transmitir la imagen de lo que realmente significa la biodiversidad, la cual no solo se refleja en las numerosas especies que habitan nuestro planeta, sino que también abarca la conexión entre las personas y el resto de los organismos vivientes, e incluso entre diferentes lugares y pueblos, a través de los cuerpos de los seres vivos. Propone que la idea de “la biodiversidad” o “la naturaleza” como algo separado de los seres humanos, no es simplemente una idea que el público general “malentendió”, sino que es apuntalada por las definiciones científicas y las metáforas y narrativas sociales que han predominado en torno a ellas, donde no se pone el acento en la interconexión sino en la separación entre lo humano y el resto del mundo. Mostrar a la biodiversidad en todas estas facetas como un “tapiz de la vida” es una forma de evidenciar cómo la gente está “enredada” o “entretejida” con el resto de los organismos que habitan este planeta, cómo estamos emparentados y cómo dependemos a nivel físico y cultural de ellos. El uso de esta metáfora favorece narrativas que pintan a la humanidad como hebras profundamente entretejidas dentro de ese tapiz de vida, y también hace que se aprecie aún más la riqueza de las contribuciones que aporta la naturaleza a las personas. Esta metáfora se presta más que las actualmente dominantes a atraer la imaginación del público, e inspirarlo para que participe de forma activa en la generación de acciones que permitan reforzar ese tapiz que se está destejiendo cada vez más velozmente.

En comunicación pública de la ciencia, las metáforas han sido siempre una estrategia muy utilizada para acercarse a la gente, y a su vez alejarse lo más posible de la compleja jerga científica, lo cual no representa una forma de “traducción” o de “bajar el lenguaje”, como suele decirse. Las metáforas no son solo un recurso de la imaginación poética, sino que las utilizamos constantemente en nuestra vida diaria, casi sin darnos cuenta. Hablamos de “hilar fino”, “atar cabos”, tener “pensamientos elevados” o “meterse algo en la cabeza”. Las metáforas, además de ser parte de nuestro lenguaje, también influencian nuestros pensamientos y acciones, no solo en la vida cotidiana, sino también en la producción científica. Diferentes conceptos y metáforas iluminan diversos aspectos de cómo funciona el mundo, y por lo tanto llevan a medidas de acción radicalmente diferentes.

Como dice el final del editorial de la Dra. Díaz, “las metáforas adecuadas han sido fundamentales para muchos cambios sociales en el pasado; no debemos subestimar su importancia esta vez”. Necesitamos que todo el mundo comprenda que somos una hebra más en el tapiz de la vida, y que no podemos permitir que se siga destejiendo. El tiempo para actuar es ahora.

Hongos fantásticos

¿Qué es lo primero que se nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra hongos? Para algunos seguramente será algún sabroso plato, otros pensarán en las frutas verdosas olvidadas en el fondo de la heladera que tuvieron que tirar, o el mal recuerdo de una molesta picazón en alguna parte del cuerpo. Pero los hongos son mucho más que eso, ya que son uno de los grupos más dominantes en nuestro mundo, y a más de uno le debemos nuestra salud y hasta la vida.

Se cree que existen entre dos y cuatro millones de especies de hongos en este planeta -muchas de ellas todavía por descubrir-, lo que representa diez veces el número de especies de plantas conocidas. Sin embargo, solo 358 de ellas figuran en la lista de especies amenazadas, es decir en peligro de extinción en un futuro cercano. Muy poco si las comparamos con las 76.000 especies de animales y las 44.000 de plantas que figuran en la misma lista.

Fotos: Constanza Ranieri

Del carbono que podemos encontrar en el suelo -mucho más del que se puede hallar en plantas y atmósfera combinadas- una parte significativa proviene de los compuestos orgánicos generados por los hongos, quienes forman relaciones simbióticas con casi el 90% de las plantas, proveyéndoles nutrientes y defendiéndolas de enfermedades. Además, algunas especies de hongos son capaces de controlar insectos, y se cree que sin ellos hubiera sido imposible la vida vegetal fuera del agua.

Nuestra propia vida también está influenciada por las capacidades químicas de los hongos, ya que desde los inicios de las grandes civilizaciones nos han permitido deleitarnos con alimentos como el pan, los quesos y la salsa de soja, y también disfrutar de bebidas alcohólicas como el vino y la cerveza. Y también son en gran parte responsables de extender nuestra esperanza de vida, gracias a la producción de antibióticos -como la penicilina-, drogas antivirales y anticancerígenas, inmunosupresores -que ayudan a evitar rechazos en los trasplantes de órganos-, y los medicamentos -estatinas- que se utilizan para bajar el colesterol.

Debido a su abundancia en la naturaleza, y el importante papel que juegan en la misma, se ha lanzado una propuesta para redirigir la atención de los gobiernos a la investigación de los hongos, la cual fue encabezada por un investigador del IMBIV-CONICET-UNC y está alcanzando un gran nivel de repercusión internacional.

Teniendo en cuenta que se trata de organismos vivientes con un rol extremadamente importante en la naturaleza por la diversidad de roles que cumplen, se esperaría que los esfuerzos de investigación y conservación estuvieran a la misma altura que los de otros seres vivos. Sin embargo, no es así. Diversos factores culturales hacen que los hongos hayan ocupado un lugar secundario en la educación y la toma de decisiones.

La idea apunta a comenzar desde el lenguaje, partiendo de la premisa de que lo que no se nombra se termina ignorando. A esta novedosa propuesta se la conoce como la de las 3F: Flora, Fauna y Funga, ideada por Francisco Kuhar junto con autores de Chile, Brasil y EEUU, y publicada en 2018 en la revista IMA Fungus. El proyecto consiste en que tanto en los contenidos educativos como también en los comunicados institucionales y en las regulaciones gubernamentales de investigación y conservación, se agregue la palabra Funga junto a Flora y Fauna. De esta manera, el desbalance de presupuestos y contenidos se haría evidente. 

La propuesta fue aceptada por la comunidad científica en general, y gracias al enorme esfuerzo de fundaciones como la Fungi Foundation, ha alcanzado respuesta a nivel gubernamental en países como Chile, y a nivel de instituciones de alto impacto en países como EEUU. La IUCN (siglas en inglés de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza), institución que lleva las riendas de la categorización de especies para su conservación, se ha hecho eco de esta propuesta en el marco de la 3F Initiative, firmada por científicos y personalidades influyentes de todo el mundo, y ha recomendado fuertemente el uso del lenguaje fúngico en todos los comunicados y propuestas. El profesor Donald Pfister de la Universidad de Harvard, que acompaña a la propuesta desde el principio, ha declarado en comunicados la importancia de esta iniciativa. 

Universidades de diversos lugares del mundo se han hecho eco y hay incluido el término en sus portales, y ya existen libros educativos de nivel inicial en Uruguay donde Funga se enseña junto con Flora y Fauna, gracias a la pronta reacción del micólogo Alejandro Sequeira y la educadora Cecilia Ratti.

Fotos: Constanza Ranieri

La propuesta se ha transformado en una iniciativa de grandes dimensiones gracias a los esfuerzos de Giuliana Furci y Elisandro Drechsler Santos, coautores del proyecto inicial, y activos militantes de la conservación y educación especialmente enfocados en hongos. En nuestro país, la fundación Hongos de Argentina encabeza las actividades orientadas a difundir esta propuesta.

La aceptación internacional del reconocimiento de los organismos macroscópicos de la Tierra como Fauna, Flora y Funga allanaría el camino para cambios sustanciales en las políticas educativas y agrícolas, entre otras. Esto facilitará la incorporación de la micología en asuntos de interés nacional, como la conservación, protección del hábitat, protección de especies y educación.

Autores: Alberto Díaz Añel y Francisco Kuhar

Enlaces de interés

Delimitation of Funga as a valid term for the diversity of fungal communities: the Fauna, Flora & Funga proposal (FF&F)

IUCN SSC acceptance of Fauna Flora Funga

Fungi are critical to human, ecosystem, and planetary well-being: it’s time to include them within conservation frameworks

La revolución de los hongos: Flora, Fauna y ¡Funga!

Funga? The case for a fungal-centric vocabulary

Repensar caminos a través del bosque del Chaco Serrano

A pesar de las iniciativas globales para proteger los ecosistemas (1), el desarrollo humano continúa amenazando el medio ambiente. En el centro de Argentina, el bosque seco subtropical Chaco Serrano ha perdido el 94% de su área original (2) debido al crecimiento económico de la región liderado por la agricultura, la urbanización y la minería (2, 3). Ahora, los planes para la nueva infraestructura vial (4) sugieren que el bosque del Chaco Serrano seguirá encogiéndose, fragmentando aún más el ecosistema forestal. El gobierno provincial de Córdoba otorgó una licencia ambiental para la construcción de dos caminos adicionales que atravesarán áreas del bosque del Chaco Serrano en los valles de Punilla y Paravachasca. Estas áreas forestales recientemente quemadas de alta prioridad de conservación, de acuerdo con las leyes nacionales (5, 6), deben ser protegidas sin excepción.

Estas carreteras se han anunciado como beneficiosas para el turismo, el transporte y el desarrollo comercial y urbano. Sin embargo, la mayoría de los oradores en las audiencias públicas no vinculantes (incluidas personas de comunidades locales, organizaciones civiles, asambleas vecinales y pueblos indígenas, así como pequeños terratenientes y científicos) rechazaron estos proyectos (7). Es probable que la especulación de la tierra aumente la deforestación, mientras que las prioridades más urgentes de la región, como el acceso al agua, las escuelas, los hospitales y los cuerpos de bomberos, sean ignorados por completo. Además, la imposición de proyectos de desarrollo de carreteras socava a las comunidades que aspiran a proteger la naturaleza y que luchan por la autodeterminación comunitaria (3, 8).

A pesar de la profunda dependencia de la naturaleza que posee la humanidad (9, 10), las políticas gubernamentales y las transacciones de mercado todavía se basan en maximizar las ganancias económicas a través del extractivismo capitalista. Incluso en los casos en que las leyes nacionales protegen correctamente el medio ambiente, las políticas dañinas se aprueban mediante huecos jurídicos y soluciones alternativas. Instamos a los tomadores de decisiones locales, así como a los gobiernos extranjeros que financian dichos proyectos (11), a trabajar por una forma de vida sustentable, con participación real de las comunidades y el reconocimiento de los derechos de la naturaleza (12). Debemos garantizar la conservación del escaso bosque del Chaco Serrano, del que depende la población argentina.

Guadalupe Peralta1*, Francisco M. F. Bertea2, Luciano Cagnolo1

1Laboratorio de Interacciones Insecto-Planta, Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas and Universidad Nacional de Córdoba (CONICET-UNC), Córdoba, Argentina. 2Centro de Investigaciones y Estudios sobre Cultura y Sociedad, CONICET-UNC, Córdoba, Argentina.

*Autora de contacto. Email: gdlp.peralta@gmail.com

Notas y referencias

1. UN Environment Programme, “New UN Decade on Ecosystem Restoration offers unparalleled opportunity for job creation, food security, and addressing climate change” (2019).

2. M. R. Zak, M. Cabido, J. G. Hodgson, Biol. Conserv. 120, 589 (2004).

3. J. U. Deon, Íconos Rev. Cienc. Soc. 70, 151 (2021) [in Spanish].

4. Legislatura de Córdoba, “Land for road works declared of public utility” (2020); https://legislaturacba.gob.ar/declaran-de-utilidad-publica-terrenos-para-obras-viales/ [in Spanish].

5. Law 26.331, “Minimum Budgets for the Environmental Protection of Native Forests” (2007).

6. Law 27.604, “Fire management” (2020).

7. G. Pedraza, “Autovía Paravachasca: Entre gallos, medianoche, y a un costo insólito,” La Tinta (2021); https:// latinta.com.ar/2021/07/autovia-paravachasca/ [in Spanish].

8. A. Escobar, Sustain. Sci. 10, 451 (2015).

9. D. J. Haraway, Staying with the Trouble: Making Kin in the Chthuluceno (Duke University Press, 2016).

10. S. Díaz et al., Science 359, 270 (2018).

11. “Decreto 295/2021,” Boletín Oficial de la República Argentina (2021); www.boletinoficial.gob.ar/ detalleAviso/primera/243920/20210504 [in Spanish].

12. A. Acosta, E. Martínez, La Naturaleza con Derechos: De la Filosofía a la Política (Adya-Yala, Quito, 2011).

Este artículo es una traducción del comentario que fue publicado en la sección «Letters» de la revista Science del 2 de diciembre de 2021, Vol 374, número 6572, páginas 1208-1209. Se puede acceder a la publicación original en https://www.science.org/doi/10.1126/science.abm7988

Premio al estudio de la diversidad en la biodiversidad

Desde hace varios años, la UNESCO y la Fundación L’Oréal vienen destacando el trabajo de investigadoras de todo el mundo gracias a su programa “La Mujer y la Ciencia”, a través del cual otorgan premios y menciones a aquellas mujeres que se destacan en temas que representan un desafío mundial, como por ejemplo la amenaza a la biodiversidad.

En la última edición de estos premios, la decimoquinta organizada junto con el CONICET, los proyectos galardonados estuvieron enmarcados en las ciencias de la vida, particularmente en las áreas de ciencias médicas, ciencias biológicas, ciencias bioquímicas y biología molecular, ciencias veterinarias, biotecnología y fisiología.

Dentro de estas categorías, la Dra. Guadalupe Peralta, miembro de nuestro Instituto, obtuvo la Mención Especial en la Categoría Beca del Premio L’Oréal – UNESCO “Por las Mujeres en la Ciencia”, por su proyecto “La diversidad en la biodiversidad”.

La Dra. Guadalupe Peralta recibe la Mención Especial de parte del Dr. Alberto Kornblihtt, miembro del Directorio de CONICET (Foto: Infobae)

Para conocer más sobre Guadalupe y su trabajo, la invitamos a contestar algunas preguntas. Pero antes, conozcamos un poco más de su trayectoria científica.

Guadalupe es Licenciada en ciencias biológicas egresada de la UNC, y obtuvo su doctorado en ecología en la Universidad de Canterbury, Nueva Zelanda.

Realizó tres posdoctorados en ecología, y recientemente se ha incorporado a nuestro Instituto como Investigadora Asistente.

Es Editora Asociada de una de las revistas científicas de ecología más prestigiosas del mundo, el Journal of Applied Ecology, y posee numerosas publicaciones científicas, muchas de las cuales han sido destacadas por sus importantes contribuciones al área de la ecología.

¿Qué fue lo que te llevó a seguir la carrera de biología, y particularmente elegir el campo de la ecología?

Elegí la carrera de biología porque me gustaba y me gusta mucho la naturaleza, y me genera curiosidad lo que ocurre en el mundo natural. La ecología me atrapó porque me permitía combinar este deseo de entender cómo funciona el mundo natural y el de estar al aire libre al momento de colectar datos.

¿De qué se trata tu proyecto “La diversidad en la biodiversidad”, por la que obtuviste Mención Especial en el Premio Nacional L’Oréal-UNESCO por las Mujeres en la Ciencia?

El proyecto busca conocer y entender cuán importante es, desde un punto de vista de las interacciones ecológicas, que los individuos de una misma especie sean diversos en su morfología. Por ejemplo, las diferencias entre individuos de una misma especie de abeja polinizadora pueden ayudar a que estos visiten diferentes plantas y así no compitan entre sí por los recursos florales. Sin embargo, si esta diversidad dentro de las especies es tan importante, estamos en problemas, porque los planes de conservación no contemplan la preservación de la diversidad dentro de la biodiversidad. Por eso, el proyecto trata de cuantificar el efecto de la diversidad dentro de las especies, sobre las interacciones entre especies.

¿Hasta qué punto la intervención del hombre en la naturaleza está afectando estas interacciones entre especies?

El efecto que tenemos sobre la naturaleza en general y sobre las interacciones entre especies en particular, es enorme. Mucho se escucha hablar de la extinción de especies, pero algo tan preocupante como la desaparición de especies, es la desaparición de las interacciones que ocurren entre especies, las cuales determinan funciones y servicios ecosistémicos de los que depende la vida humana. Muchas veces, la extinción de interacciones ocurre antes de la extinción de especies, por lo cual las contribuciones que la naturaleza hace a nuestras vidas pueden verse afectadas antes de que las especies se extingan.

Estudiando estas interacciones, ¿es posible predecir los efectos que posibles cambios puedan ejercer sobre los ecosistemas?

Sí, estudiando las interacciones entre especies nos ayuda a entender y también a predecir los efectos de los cambios, por ejemplo, de los cambios ambientales, sobre los ecosistemas.

¿Por qué es importante que haya diversidad entre miembros de una misma especie?

Sabemos que cuanto más diversa sea una especie más chances tendrá de sobrevivir a cambios ambientales. Lo que buscamos entender en este proyecto es la importancia que tiene esa diversidad dentro de las especies, en las interacciones entre especies.

Esa “diversidad en la biodiversidad”, como la llamaste, ¿puede ser útil para crear planes de conservación de la naturaleza más eficaces?

Pienso que sí, porque no podemos preservar lo que no conocemos. Si logramos comprender y cuantificar la importancia de la diversidad dentro de la biodiversidad para las interacciones entre especies, y por ende para las funciones ecosistémicas, esto nos ayudaría a identificar cuáles prácticas de manejo y conservación son las que debemos tomar en diferentes situaciones.

La Dra. Guadalupe Peralta (sexta desde la izquierda) junto a la periodista científica Nora Bär, el Ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación de la Nación Daniel Filmus, y el resto de las Investigadoras galardonadas (Foto: Infobae)

Buscando una salida a la epidemia de pandemias

El avance del hombre sobre la naturaleza no es algo nuevo, y justamente ese es el motivo por el cual en estas últimas décadas hemos comenzado a notar las consecuencias de ese atropello sobre todo lo vivo que hay en nuestro planeta. Casi nadie es ajeno a la existencia del cambio climático, o al incremento del número de plantas y animales que se suman a la lista de especies en peligro de extinción, pero las consecuencias del arrollador consumo humano van más allá del clima o de la biodiversidad sobre la Tierra. La actual pandemia de Covid-19 también podría ser una secuela del daño que la humanidad le está infligiendo a la naturaleza. Para hablar de este tema, conversamos con la Dra. Sandra Díaz, Investigadora Superior del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), y una de las científicas más destacadas y premiadas de nuestro país, quien desde hace muchos años investiga cómo diferentes actores sociales valoran y reconfiguran a las comunidades biológicas y los ecosistemas.

Alberto Díaz Añel: No deja de llamar la atención que casi el 90% de los virus a ARN que pueden afectar al ser humano (como coronavirus, influenza o HIV) son de origen animal. ¿Es posible que el virus que causa la enfermedad COVID-19 haya tenido su origen en la vida silvestre?

Sandra Díaz: Totalmente. En la enorme mayoría, yo diría prácticamente la totalidad, de la mejor información científica más actualizada publicada en las revistas de revisión de pares, se muestra que el origen del virus que causa Covid-19 se encontraría en animales silvestres. La evidencia de un origen silvestre es extremadamente fuerte.

ADA: En base a esta respuesta, y teniendo en cuenta que epidemias y pandemias virales se están haciendo cada vez más frecuentes en el siglo XXI (sobre todo en la última década), ¿qué relación tiene esta alta frecuencia con lo que se conoce como el modelo de “apropiación de la naturaleza”? ¿De qué se trata este modelo?

SD: En el caso del Covid-19 y de otras epidemias que hemos tenido hasta hace poco, como SARS-CoV en 2002 y MERS en 2012, todas tienen un origen parecido, que son coronavirus de animales silvestres -murciélagos concretamente-, que mutan y que a través de una serie de hospedadores intermedios pasan a los seres humanos. Estos virus estuvieron siempre en los murciélagos, y en muchas otras poblaciones silvestres hay miles o millones de virus con potencial poder de infección. Lo que ocurre es que, en condiciones normales -no las que tenemos ahora-, estos virus tienen extremadamente bajas posibilidades de infectar a los seres humanos, porque las probabilidades de contacto entre los seres humanos y los reservorios silvestres son muy bajas, ya que estos últimos generalmente se encuentran en lugares remotos, como humedales, selvas, lugares con muy poca presencia humana o donde la gente se adentra por poco tiempo.

Con el acelerado uso de los recursos naturales de las últimas décadas, se abren caminos y se establecen poblaciones humanas muy cerca del corazón de estos ecosistemas, y de esa manera se multiplican las posibilidades de contacto entre seres humanos y animales silvestres, en particular los murciélagos, que son animales que suelen acercarse más a nosotros por el tipo de hábitos que tienen, mientras que otros animales silvestres son más tímidos o vulnerables.

Por lo general estos poblados humanos existen en contextos de mucha vulnerabilidad y precariedad, donde las condiciones de higiene y sanidad son ínfimas, dando lugar a poblaciones inmunodeprimidas. Por otro lado, allí también suelen existir pequeños mercados locales, donde se mezclan animales silvestres y domésticos cautivos, todos en condiciones generalmente lamentables, lo que los convierte en un gran caldo de cultivo, con las condiciones perfectas para que un virus pueda mutar y finalmente llegue a instalarse en seres humanos.

Una vez que el virus logró adquirir la capacidad de infectar humanos, el resto lo hace la globalización. Los seres humanos, con sus grandes desplazamientos entre centros poblados y entre continentes, rápidamente dispersan el virus por todo el planeta. Esa es un poco la relación de causa efecto que conocemos, y dado que en las últimas décadas la deforestación, la colonización y la apropiación de espacios silvestres en la apertura de caminos, sumados al enorme tráfico internacional de seres vivos, han llevado a una escalada de todas estas enfermedades transmitidas por vectores virales.

ADA: Por lo que describe, este modelo se viene aplicando desde hace mucho tiempo ¿Por qué aparecen tan seguido estas enfermedades en el último par de décadas?

SD: En realidad se han acrecentado estos últimos veinte años los ejemplos de epidemias o pandemias, pero el modelo de apropiación masiva de la naturaleza y aceleración del tráfico internacional se produjo fundamentalmente en los últimos cincuenta a setenta años. Lo que vemos en las últimas dos décadas es algo que algunos llaman “la gran aceleración”, pero en realidad el modelo de apropiación, qué consiste básicamente en tratar al resto de la naturaleza y a la gran mayoría de los seres humanos como recursos a ser explotados de la manera más rápida y eficiente, sacando el mayor provecho, y descartándolos lo antes posible, lo hemos perfeccionado con la ayuda de las comunicaciones, la tecnología, etc. a partir de la segunda mitad del siglo XX.

ADA: Si estos virus se originan principalmente en la vida silvestre, ¿por qué muchos de ellos se transfieren a humanos desde animales de granja, como cerdos y aves de corral? ¿Es una consecuencia de su crianza en condiciones de hacinamiento?

SD: Es así, esas condiciones hacen que estén más inmunodeprimidos, o sea que sean mucho más susceptibles de infectarse a partir del contacto con un animal silvestre portador de un virus. Además, el virus tiene la oportunidad de pasar de un animal a otro al encontrar muchísimos animales juntos, por lo que es mucho más probable que surjan nuevas variantes evolutivas. Y no estoy hablando de la cría tradicional y poco intensiva, sino concretamente de la industria.

ADA: El tan difundido cambio climático que está sufriendo nuestro planeta ¿qué relación tiene con la expansión frecuente de estas enfermedades? ¿Hay alguna relación con la pérdida de biodiversidad?

SD: En algunos casos uno puede decir que el cambio climático favorece las zoonosis (enfermedades que se transmiten de animales a humanos), ya que por ejemplo el vector de una enfermedad puede llegar a lugares donde antes no podía porque eran demasiado fríos. Pero yo me animaría a decir que el cambio climático no es la causa primaria del aumento de las epidemias y pandemias transmitidas por virus, sino que tanto el cambio climático, como la pérdida masiva de la biodiversidad, como las pandemias o epidemias cada vez más frecuentes, son todos síntomas del mismo modelo actual de apropiación de la naturaleza, que de alguna manera desteje el tapiz conectado de la vida. Por lo tanto, la creciente desigualdad, las continuas pandemias, el cambio climático y la pérdida de diversidad biológica son todos síntomas asociados, vienen todos juntos.

ADA: Parece casi como un efecto dominó, que una cosa lleva a la otra.

SD: Exactamente. Son todos dependientes del mismo problema de base y se sinergizan unos a otros. Digamos que, si hubiera una forma hipotética de parar totalmente el cambio climático, pero no el resto de las consecuencias negativas del modelo de apropiación, no frenaríamos las pandemias totalmente, solamente frenaríamos la partecita que se habría agravado por el cambio climático. Porque el cambio climático también es un síntoma y no una causa.

ADA: Durante los primeros meses de confinamiento vimos un resurgir de la naturaleza, con bajas en los niveles de contaminación y la aparición de animales silvestres en zonas urbanas. ¿Hay posibilidades de que esto se mantenga, o ya estamos volviendo a niveles prepandemia o de “vieja normalidad”?

SD: Esa recuperación que vimos es de alguna manera lo que yo llamo una “prueba de concepto”, o sea una muestra de la fantástica resiliencia de la naturaleza, en el sentido que si se le da una pequeña oportunidad se recupera. Además, demuestra que si uno pudiera hacerlo a gran escala funcionaría.

Claramente esa ínfima recuperación de esos meses no alcanza, de la misma manera que todo el carbono que dejamos de emitir durante esos meses por la pandemia tampoco alcanza para frenar el cambio climático. Yo veo que, hasta ahora -si bien no estoy perdiendo las esperanzas en absoluto-, las medidas que han tomado la enorme mayoría de los gobiernos del mundo han sido pensadas para atajar la pandemia en lo económico y social, más que favorecer a una recuperación o a una nueva normalidad en cuanto al cambio climático. Todo lo contrario, esas medidas han agregado efectos negativos a los que ya veníamos teniendo antes de la pandemia, en su mayoría le restan a la recuperación del clima y la biodiversidad. Eso es bastante preocupante de ver, ya que la gran mayoría de los países del mundo siguieron ese camino. Yo creo que hace falta, y que es técnicamente posible, muchísima más decisión de los gobiernos, no solamente en el discurso sino en las acciones.

ADA: ¿Qué hace falta para que se concrete una “nueva normalidad” pero con menos pandemias? ¿Qué tiene que ver esto con el llamado enfoque de “una sola salud”, y de qué se trata este enfoque?

SD: El enfoque de una sola salud, del que yo claramente no soy especialista y tampoco lo inventé, tiene unos cuantos años ya dentro de lo que es la epidemiología ecológica. Este enfoque dice que no se puede pensar la salud de las personas individuales sin pensar la salud social, no se puede pensar la salud física sin pensar en la salud mental y social, y no se puede pensar la salud humana sin pensar en la salud del resto de la vida sobre la Tierra. La idea es que nosotros no somos ni una desgracia que le pasó al planeta, ni estamos separados del resto de los seres vivos, y tampoco somos los amos del mundo, sino que somos una hebra más, una hebra importante en cuanto a agencia, número y biomasa, pero una hebra más al fin en el tapiz de la vida. Entonces, una sola salud dice: o tenemos salud todos o no hay forma de que ninguno de los componentes la tenga. De alguna manera es una especie de extrapolación de la famosa frase “nadie se salva solo”, pero ya no dentro de los humanos, sino trascendiendo los humanos y todo el resto de lo que está vivo sobre la Tierra.

La idea es tomar consideraciones que cuiden el clima, la biodiversidad y el ambiente en general en todos los lugares donde vivimos las personas, no solamente en el parque nacional impoluto, sino en la ciudad, en la calle, en las veredas, en los campos, y en todos los lugares donde uno está. En los campos agrícolas, en los caminos, ahí contribuimos concretamente a la salud humana. La pandemia sorprendió a un montón de gente, pero los especialistas hacía ya varios años que estaban esperando que surgiera la llamada “enfermedad X”, porque estaban dadas todas las condiciones para que llegara, y estuvimos haciendo todo lo posible para que se diera.

ADA: En base a todo esto que ha contado, ¿qué deberían tener en cuenta los gobiernos antes de aplicar nuevas medidas de políticas públicas de reactivación postpandemia, para poder revertir la situación sanitaria y ambiental actual? Y lo que es más importante ¿estamos a tiempo de revertirlas?

SD: Nosotros analizamos una serie muy importante de modelos, de escenarios y de proyecciones, para saber si era físicamente posible revertir la situación o frenar bastante la tasa de deterioro, y la respuesta corta es sí, todavía es posible, pero no por mucho tiempo. No es ciencia ficción, pero la ventana de tiempo, en la que todavía es posible cambiar antes de que sea demasiado tarde, se está cerrando rápido y hay que actuar urgentemente.

En cuanto a qué hacer, para mí hay una serie muy grande de medidas que se pueden aplicar, pero básicamente se resume a dos o tres cosas. Primero, dejar de dañar. La semana pasada, en la primera parte de la Cumbre de la Biodiversidad en China, hubo algo que realmente nos sorprendió a los asistentes. Los gobiernos se llenaban la boca con grandes aspiraciones, comprometían un montón de palabras para el momento, como por ejemplo crear parques nacionales, cosas medio grandilocuentes, pero no ofrecían nada para detener aquellas cosas que están dañando la diversidad todos los días, como por ejemplo actividades agrícolas, energéticas, de infraestructura y de comercio internacional, que tienen unos subsidios gigantescos y que está probado que dañan la biodiversidad.

Concretamente, parar de dañar es el primer paso para curar. ¿Cómo curar? Bueno, internalizar los costos reales de mucha de la producción de todo tipo, como la agrícola, la energética, la de indumentaria, que hoy en día son rentables para quienes las llevan a cabo porque no están pagando los costos reales sociales y ecológicos, que los pagamos absolutamente todas las personas y el resto de lo vivo.

Otra cosa que se habla mucho es de integrar, o sea en la legislación, en las políticas agrícolas, de transporte y educativas. En todos los aspectos del quehacer público, no sólo en la política ambiental, introducir consideraciones y salvaguardas de biodiversidad. De la misma manera que se incluyen consideraciones de respeto a los derechos humanos, de igualdad de género, todo ese tipo de cosas que hoy en día están integradas en todos los quehaceres, lo mismo hay que hacer con la salud humana y la salud del resto de lo vivo sobre la Tierra.

Y la última medida es imaginarse. Con esto quiero decir que no hay que pensar que ese futuro mejor es ciencia ficción. Darse cuenta de que no es parte de la naturaleza humana seguir con este modelo, sino poder imaginarse un modelo un poco distinto para que pueda ocurrir y que sea pronto.

ADA: Habló en algún momento de que hay mucho dinero invertido en lo que hace daño. Los cambios que se proponen para revertir el daño también implicarían grandes sumas de dinero. ¿Cómo se puede convencer a los gobiernos para que inviertan en esto último, y que dejen de invertir en aquello que hace daño pero que a ellos les significan grandes dividendos en el corto plazo?

SD: Es una cuestión de balance de poder. El tema de juntar la evidencia, de destilarla, y de ponerle un formato que todos entiendan, creo que la comunidad científica lo ha hecho. Me parece que nunca hizo un esfuerzo tan grande como en los últimos tres o cuatro años para acercar toda la evidencia en el formato más útil, tanto en clima como en biodiversidad. Lo que falta ahora es la capacidad de agencia, la determinación de aquellos que tienen el poder de decisión. Y ahí estoy hablando de los gobiernos, de las grandes corporaciones, muchas de las cuales llegan a mover mundialmente más recursos que algunos gobiernos. Y también estoy hablando de quienes eligen a los gobiernos, y por lo tanto les pueden poner presión.

Yo creo que es un tema de balances de poder en la sociedad. ¿Y cómo se dan vuelta los balances de poder? Bueno, se les da vuelta de la misma manera que como se hace con tantas otras cosas, esto no es excepción. Por más que la ciencia esté clara, si no hay suficiente poder construido las cosas no pasan. Yo no pierdo la esperanza de que esto ocurra, porque dentro de diez años la oportunidad realmente no va a ser la misma. Todos los modelos muestran que nuestra posibilidad de actuar para un futuro mejor y más justo claramente no va a ser la misma dentro de diez años. Entonces yo espero que los gobiernos vean la luz o sientan el fuego de la presión de abajo y tomen compromisos suficientemente responsables en la práctica, más allá de las promesas. El dinero está, es una cuestión de redistribuirlo de un tipo de actividades a otro tipo de actividades.

ADA: Cuando habló de esa famosa ventana para lo cual ya no habría vuelta atrás, ¿de cuánto tiempo estamos hablando?

SD: Muy pocas décadas, básicamente entre diez y treinta años, y estoy siendo un poco generosa con los treinta. No es que la especie humana va a desaparecer en diez años, estamos hablando de la posibilidad de parar una gran cantidad de extinción de especies, frenar una gran destrucción de ecosistemas, detener cambios en los parámetros climáticos del planeta que realmente pueden tener consecuencias terribles a nivel de alimentación, de bienestar humano, de grandes migraciones.

No voy a repetir lo que dijo muy bien el informe internacional del clima de hace un par de meses. Las ventanas de tiempo para la biodiversidad son básicamente las mismas que para el clima. Básicamente es eso que dicen en algunas disciplinas orientales o en otros contextos, “el tiempo es ahora”. Yo creo que para esto el tiempo de las acciones es ahora.

Por otro lado, hay ejemplos en la historia reciente del planeta, de que ante grandes desafíos y ante el convencimiento de los gobiernos y la gente, pueden ocurrir cambios que nadie se imaginaba. Estaba leyendo un artículo que contaba el brutal cambio tecnológico en el que se embarcó el gobierno de los Estados Unidos ante la Segunda Guerra Mundial. El cambio que hizo a nivel energético, tecnológico, del sistema de producción, y todo lo que logró hacer en un par de años se convirtió en algo que nadie pensaba que fuera físicamente posible. Fue increíble, superó cualquier historia de ciencia ficción. No estamos hablando de los fines, pero quiero decir que cuando está la decisión y cuando existe consenso en que es algo necesario, realmente se lo puede hacer. El tener el porcentaje de vacunación que tenemos hoy en el mundo -a pesar de que podríamos tener más-, y que en tan poco tiempo tengamos vacunas, parecía una historia de ciencia ficción hasta hace un par de años. Todo esto demuestra que cuando existe la decisión política, los recursos aparecen.

Quizás luego de leer esta nota, a muchos de los lectores les quede un sabor amargo. Asimilar las palabras de una científica experta como la Dra. Sandra Díaz sobre la situación actual del planeta no es fácil, sobre todo cuando estas palabras se reafirman con lo que vemos todos los días en los medios, y a veces incluso con solo salir a la calle. Pero dentro de esas experimentadas palabras también se habla de oportunidades para revertir el daño que estamos causando como humanidad, y que también nos afecta como parte de los seres vivos de este planeta. Los gobiernos deben aprovechar esas oportunidades lo antes posible, pero también parte de la responsabilidad para cambiar está en cada uno de nosotros. Desde nuestro trato hacia la naturaleza (nosotros incluidos), hasta la toma de decisiones inteligentes a la hora de elegir a nuestros gobernantes. Nos queda poco tiempo. Parece escaso, pero por suerte todavía lo tenemos. Y si aún les queda ese sabor amargo, no olviden que la esperanza es lo último que se pierde.

Por: Alberto Díaz Añel (IMBIV-CONICET-UNC y Grupo InformAR Covid-19)

Nota realizada para el CCT Córdoba (enlace directo: https://cordoba.conicet.gov.ar/buscando-una-salida-a-la-epidemia-de-pandemias/).

También se puede acceder al video de la entrevista en nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=6be82daQtS4&t=1s