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Los bancos de semillas como fuentes de resiliencia de la vegetación en el bosque chaqueño
Resiliencia es una palabra de uso relativamente nuevo en nuestro
idioma. Según la Real Academia Española es definida como la “capacidad de
adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o un estado o
situación adversos”. Si bien se la emplea
en muchas situaciones (Nelson Mandela es señalado constantemente como un
ejemplo típico de resiliente), este término viene utilizándose en otros idiomas
desde hace siglos con otros significados, aunque siempre están asociados a su
etimología latina, resilire: rebotar,
recuperarse. En inglés comenzó a utilizarse en el siglo XIX en física mecánica
para describir la fuerza y ductilidad de las vigas de acero, mientras que en
las ciencias de la vida este término empezó a aplicarse en la ecología, cuando
el ecólogo y entomólogo canadiense Crawford Stanley Holling introdujo este
término en un trabajo científico publicado en 1973 que se tituló “Resilience
and stability of ecological systems” (Resiliencia y estabilidad de los sistemas
ecológicos).
El ecosistema del bosque del Chaco en el área de la Reserva Natural «Chancaní» en el noroeste de Córdoba, Argentina. Foto: Lucas Enrico
Es así entonces que podemos decir que la resiliencia de los
ecosistemas es la capacidad de estos últimos para recuperarse después de las
perturbaciones que pudieran haber sufrido, tema que en estos últimos años ha
recibido considerable atención. Es gracias a la importancia que ha adquirido
este tema que se está avanzando cada vez más hacia la comprensión de lo que
hace que un ecosistema sea resiliente y cómo esa resiliencia puede verse
amenazada. Recientemente, y para responder a estos últimos interrogantes,
investigadores del IMBIV-CONICET y de la FCEFyN -ambos de la UNC- han llevado a
cabo estudios en el ecosistema del bosque chaqueño de Argentina, el bosque
estacional más extenso de América del Sur.
La existencia de reservorios de biodiversidad, desde los cuales las
especies pueden reclutar después de diversas perturbaciones, es un factor clave
para la recuperación de los ecosistemas terrestres. Si estos reservorios tienen
«memoria» de la vegetación de referencia, actuarán como fuentes de
resiliencia y contribuirán a regenerarla. Sin embargo, ¿son los diferentes reservorios
igualmente importantes para los diversos ecosistemas? El banco de semillas (el
conjunto de semillas que permanecen latentes en el suelo) es, con mucho, el reservorio
más estudiado. Es una práctica generalizada en los estudios de vegetación
recolectar e identificar especies en el banco de semillas, como un esfuerzo por
comprender la dinámica de la vegetación pasada y presente. Sin embargo, también
es muy común encontrar muchas especies en la vegetación que no están presentes
en el banco de semillas. Esto es especialmente cierto para los ecosistemas
leñosos, donde otros reservorios, como el banco de semillas de hojarasca
(semillas que están atrapadas en la hojarasca y no penetran en la capa de
suelo) y el banco de plantas juveniles (individuos que permanecen en etapas
inmaduras hasta que alcanzan el tamaño adulto), son importantes en el proceso
de regeneración. Entonces, la primera pregunta que buscamos responder fue: ¿de
dónde se regeneran las especies leñosas en el bosque del Chaco?
Arriba: Recolección de muestras de hojarasca para la identificación de semillas en el banco de semillas. Abajo: Banco de plantas juveniles de las especies leñosas dominantes del ecosistema del bosque del Chaco, Aspidosperma quebracho-blanco. Foto: Lucrecia Lipoma
El ecosistema del bosque
del Chaco ha experimentado importantes perturbaciones relacionadas con el uso
de la tierra en las últimas décadas, que han afectado la vegetación y podrían
tener consecuencias para la regeneración. Dado que la resiliencia del
ecosistema puede verse comprometida cuando sus fuentes de resiliencia se ven
afectadas por perturbaciones, nuestra segunda pregunta fue: ¿está afectando el
uso de la tierra a los reservorios del bosque del Chaco?
Con estas preguntas en mente, describimos la vegetación de las diferentes
comunidades que pertenecen al bosque del Chaco y que poseían diferentes
historias de uso de la tierra. Recolectamos muestras de suelo y hojarasca e
identificamos semillas de cada reservorio, y también registramos las especies
presentes en el banco de plantas juveniles.
Descubrimos que todas las
especies leñosas del bosque del Chaco podían encontrarse en los bancos de hojarasca
y juveniles, lo que indicaría que la regeneración en este ecosistema depende
estrictamente de la existencia de estos reservorios, mientras que parece no
estar relacionado con la existencia de bancos de semillas. También
identificamos que, aunque el banco de semillas de la hojarasca y los bancos de
individuos juveniles son muy similares a la vegetación del bosque del Chaco en
términos de composición de especies, dicha similitud disminuye a medida que se
intensifica el uso de la tierra, comprometiendo la capacidad de estos
reservorios para actuar como fuentes de resiliencia en un futuro.
Según nuestros resultados, los ecosistemas que han sufrido una baja
intensidad en el uso de la tierra tendrán más oportunidades de recuperarse,
principalmente porque preservan la «memoria» de la vegetación pasada
en los bancos de hojarasca y juveniles. Sin embargo, si la regeneración depende
fuertemente de estos reservorios, podría ser altamente vulnerable a las
perturbaciones que actúan a nivel del suelo, como el fuego, la depredación de
semillas o el consumo de las plántulas por animales herbívoros, que a menudo no
afectan las semillas enterradas en el suelo. Estas ideas traerán nuevas
preguntas que llevarán al desarrollo de futuros estudios que permitan mejorar
nuestra comprensión de la dinámica de este ecosistema emblemático.
El artículo original
en el que se basa esta nota fue publicado en el Journal of Vegetation
Science, al cual se puede acceder a través del siguiente enlace:
Hacia finales del
siglo XVIII el famoso naturalista alemán Christian Konrad Sprengel, siguiendo
los pasos de su curiosidad, descubrió que la interacción entre las flores y los
insectos que transportaban granos de polen resultaba un proceso fundamental para
la formación de frutos y semillas en las plantas[1].
Desde ese momento, el estudio y la comprensión de la polinización nos han
cautivado. Describir nuevos polinizadores, nuevos mecanismos, nuevas formas en
que plantas y animales interactúan, sus comportamientos, los costos de la
interacción, o calcular los niveles de interdependencia, se convirtieron en
estudios recurrentes en todos los ecosistemas y laboratorios alrededor del
globo. La polinización, ya sea como imagen artística, como modelo para
comprender fenómenos evolutivos y ecológicos, o para desentrañar sus
características y estimar el poder de esta interacción, ha trascendido el
tiempo y el espacio. Un claro ejemplo de ello es la tarea a la que abocó
Charles Darwin luego de publicar su obra más famosa, el Origen de las especies.
En lugar de trabajar, por ejemplo, en un compendio universal sobre las
implicancias de su nueva teoría de evolución por selección natural, dedicó sus
años siguientes a realizar un análisis detallado de la historia natural de las
orquídeas. Así, cuatro años después del
Origen, publicó una especie de bestiario de la época, donde armado de
dibujos y esquemas meticulosos de las flores, precisó con lujo de detalles las
relaciones entre las orquídeas y sus polinizadores, las formas y texturas que
encontraba en las flores, los mecanismos complejos detrás de la interacciones
y, claro está, cómo esto podría haber sido motorizado por la selección natural[2].
El poder de esta interacción como modelo para comprender el funcionamiento de
los ecosistemas radica tal vez en su simpleza y en su belleza, que nos permite
evaluar explícitamente las necesidades y preferencias de plantas y
polinizadores.
Hoy sabemos que
esta interacción es un proceso clave para el mantenimiento de la biodiversidad,
ya que cerca del 90% de las plantas[3],
incluidas muchísimas especies que utilizamos para nuestra alimentación y
sobrevivencia, dependen de polinizadores para reproducirse sexualmente, es
decir, para producir frutos y semillas. Resulta increíble, y hasta parecería
mágico, que algo tan bello y delicado como la polinización sea uno de los
pilares que sostienen la biodiversidad del planeta, incluida a la humanidad.
De un tiempo a
esta parte, y a múltiples escalas, hay una necesidad de conservar los elementos
nativos de nuestros ecosistemas. Así, luchamos por preservarlos y cuidarlos de
nuestros propios males: los incendios, los avances de la frontera agropecuaria,
el cambio climático, etcétera. Empujado por científicxs tenaces, y por parte de
una sociedad comprometida, las especies nativas y su rol en la provisión de
agua pura, leña, medicinas, y otros múltiples beneficios ecosistémicos, han
permeado y llegado a gran parte de las personas. Producto de este trabajo hoy
tenemos especies bandera, emblemas de estos esfuerzos por preservar los
ecosistemas nativos. El algarrobo, la peperina, el tabaquillo, el cóndor, son
solo algunos ejemplos. Pero, ¿qué conocemos de las interacciones planta –
polinizador nativas?, ¿cuál es su importancia y qué sabemos de su conservación?
¿Da lo mismo cualquier tipo de polinizador? ¿Es necesario conservar las
interacciones nativas en nuestros ecosistemas?
Las abejas melíferas son polinizadores visitantes exóticos en la mayoría de los ecosistemas del mundo
Si recorremos cualquier ambiente de Córdoba, de Argentina e incluso del mundo, es muy probable que si nos detenemos a observar las flores, los principales visitantes sean las famosas abejas melíferas. Podríamos pensar que esta bonita abeja anda desde siempre por acá, pero no es así. Apis mellifera, el nombre científico de esta tierna abejita, es de origen europeo, y en los últimos 60 años, producto de la búsqueda de nuevos ambientes para la producción de miel y con la ayuda del humano, se ha expandido de manera extraordinaria transformándose en el polinizador principal en la mayoría de los ecosistemas del mundo[4]. Si habláramos con lxs abuelxs de nuestros tatarabuelxs probablemente nunca la habrían visto, o al menos no en las cantidades actuales. Apis mellifera es una abeja extranjera recién llegada a nuestros ecosistemas si lo comparamos con los millones de años de evolución entre las flores y los polinizadores nativos. Hoy la hemos naturalizado como un ser vivo más del paisaje, muchas veces la consideramos un elemento clave, e incluso importante para su conservación, pero la realidad es que sabemos muy poco de cuál es su efecto en la reproducción de las plantas nativas y cómo ha afectado esta nueva interacción a las interacciones nativas que existían antes de su llegada a nuestros bosques.
Lepechinia floribunda es un arbusto muy abundante en la sierras del centro del país
Lepechinia floribunda es
una arbusto aromático muy común en las sierras de Córdoba. Conocida comúnmente
como “salvia blanca”, puede encontrársela a la sombra de molles y churquis, sus
flores blancas y bilabiadas que crecen de a cientos son visitadas por muchas
abejas y abejorros nativos y, además, por las recién llegadas abejas melíferas.
Como en muchas plantas del mundo, en la salvia blanca las abejas melíferas
sobrepasan ampliamente en cantidad a los abejorros nativos visitando sus
flores. En una investigación reciente[5],
estudiamos las características y la
calidad de las visitas de ambos grupos de polinizadores, y las consecuencias
sobre la producción de semillas en salvia blanca. Evaluamos cómo la
cantidad de abejas melíferas y abejorros nativos se relaciona con aspectos de
la calidad de la interacción. Asimismo, caracterizamos los rasgos de las flores
y determinamos qué grupo de polinizadores se ajusta mejor a ellas.
Los resultados fueron elocuentes. Luego de tresaños de observar las flores de salvia blanca y los insectos que llegaban, determinamos que más de la mitad del total de las flores eran visitadas por las abejas melíferas. Cuantificamos el tiempo que pasaban estas abejas en las flores, y si lo sumamos, dos tercios del tiempo que vimos un bicho dentro de una flor, fue una abeja melífera. Nos preguntamos si esta sobreabundancia de abejas melíferas sobre los polinizadores nativos era suficiente para reemplazar la función de estos últimos. A pesar de su abundancia, las abejas melíferas removieron menos cantidad de polen y produjeron menos cantidad de semillas luego de sus visitas respecto a los polinizadores nativos.
Incluso corrigiendo por su superabundancia no llegaron a ser
ni tan eficientes ni efectivas como los abejorros nativos, que siendo mucho
menos abundantes no sólo removieron más polen, sino que lo depositaron en el
momento más oportuno, cerca del mediodía, cuando las flores de salvia blanca se
encontraban más receptivas. Así, un
patrón emergió de nuestros datos: observamos un ajuste entre el momento de
mayor actividad de los polinizadores nativos y el comportamiento de las flores,
que maximiza la cantidad de recompensa que las plantas entregan y el polen que
los insectos depositan, y en consecuencia la formación de semillas en las
plantas. Este patrón probablemente sea producto de la larga historia
evolutiva de convivencia entre salvias y abejorros, y del que las abejas
melíferas, por extranjeras y recién llegadas, parecen estar exentas. De esta
manera, las semillas producidas por las abejas melíferas le costaron mucho “más
caro”, en términos energéticos, a las plantas. Tuvieron que producir más
néctar, más granos polen y más flores para cubrir la deficiente manipulación
por parte de las abejas melíferas.
Los abejorros del género Bombus resultaron los polinizadores más eficientes
El mundo está sufriendo profundos cambios producto de las actividades humanas. La pérdida de hábitats y la extinción masiva de las especies será lo que identifique a esta etapa de la historia de la tierra[6]. En el caso de las interacciones planta-polinizador, a estas pérdidas las hemos denominado la “crisis de los polinizadores”, que se caracteriza principalmente por una reducción de las poblaciones de polinizadores nativos y cambios en las características reproductivas de las plantas. Ante este escenario, los resultados de nuestra investigación muestran que no podemos reemplazar un polinizador por otro. Incluso a pesar de ser muy parecidos, abejas melíferas y abejorros nativos interactúan de manera diferente con la salvia blanca. Así, una interacción de este tipo parece ser mucho más que dos especies que cooperan para obtener un beneficio mutuo, sino que además está imantada por el largo camino que han recorrido juntas y que las hace irremplazables. La idiosincrasia de esta historia compartida a lo largo de miles de años, ha optimizado los costos y beneficios para plantas y polinizadores. Donde la desaparición de una de las partes, en este caso los polinizadores nativos, tendrá costos reproductivos y consecuencias ecológicas y evolutivas trascendentales que tendrán que pagar las plantas. Así, vemos que la conservación de los ecosistemas debe exceder la simple protección de las especies, y que debe extenderse y pensarse además a las interacciones entre las especies y la historia que han transcurrido juntas.
Autores del trabajo científico: Matías Cristian Baranzelli, Santiago Benitez-Vieyra, Evangelina Glinos, Alejandra Trenchi, Silvina Córdoba, Julia Camina, Lorena Ashworth, Alicia Noemi Sérsic, Andrea Aristides Cocucci y Juan Fornoni. 2020. “Daily fluctuations in pollination effectiveness explain higher efficiency of native over exotic bees in Lepechinia floribunda (Lamiaceae)”. Annals of Botany mcz187. DOI: 10.1093/aob/mcz187. Enlace al trabajo para descargar el PDF: https://academic.oup.com/aob/advance-article/doi/10.1093/aob/mcz187/5633999
Instituciones:
Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México; Instituto
Multidisciplinario de Biología Vegetal, Universidad Nacional de Córdoba
(IMBIV-CONICET-UNC).
Créditos fotos:
Cocucci A.A, Camina J., y Baranzelli M.C.
Redacción de la nota:
Baranzelli M.C., Ashworth L. y Díaz Añel A.M.
Referencias
[1] Sprengel (1793). Und de Natur im Bau del der de Geheimniss del entdeckte de Das en el der Blumen de Befruchtung del der.
[2]
Darwin (1862). Sobre las variadas estrategias por las cuales las orquídeas
británicas y foráneas son fertilizadas por insectos, y sobre los buenos efectos
de la polinización cruzada.
[3] Ollerton et al 2011).How many
flowering plants are pollinated by animals? Oikos .
[4] Magrach et al 2017. Honeybee
spillover reshuffles pollinator diets and affects plant reproductive success.
Nature Ecology & Evolution.
[5] Baranzelli et al 2019. Daily
fluctuations in pollination effectiveness explain higher efficiency of native over exotic bees in Lepechinia floribunda (Lamiaceae) Annals of Botany.
[6] Doughty et al 2010. Biophysical
feedbacks between the megafauna extinction and climate: the first human induced
global warming? Geophysical Research Letters.
Hace escasos días se produjo el trágico deceso de un ciudadano de Río IV
por consumir el hongo venenoso Amanita
phalloides, conocido como “hongo de la muerte”.
Desde el laboratorio de micología del IMBIV (CONICET-UNC) manifestamos nuestro enorme pesar por este suceso y nos parece importante difundir información que pueda ser útil para prevenir futuras intoxicaciones y eventuales muertes.
En primer lugar, queremos reiterar sobre que no debe consumirse ningún
hongo silvestre que no esté identificado por un experto en el tema.
Amanita phalloides no es un organismo nativo de Sudamérica. Fue
introducido con robles, álamos, pinos y otros árboles exóticos. Debido la
proliferación de estas plantaciones, son cada vez más altas las probabilidades
de encontrarla durante la recolección.
Uno de los principales riesgos es el de confundir especies no tóxicas
con este hongo, o colectar muchos ejemplares de hongos comestibles y entre
ellos, llevar por error uno de A.
phalloides. Es por eso que la identificación basada en unos pocos de los
ejemplares encontrados es muy peligrosa.
Son muchas las características a tener en cuenta a la hora de
identificarlo, y además, son muy variables. La volva (la vaina en la base del
pie resultante del desgarramiento de la cubierta universal del hongo), puede
perderse durante la cosecha, o simplemente ser poco conspicua en algunos
ejemplares. El color verdoso del sombrero también es engañoso, ya que puede
estar muy atenuado hasta parecer al sombrero de un champiñón para el ojo
inexperto.
La identificación competente implica muchos más caracteres, tales como
las especies de árboles asociados, la forma del anillo, forma de inserción de
las laminillas al pie, y, en caso de ser necesario, la forma y tamaño o
reacciones químicas de las esporas al microscopio.
Cuando vemos que un experto colecta un hongo y nos muestra alguna
característica particular, no tenemos que olvidar que suele haber más detalles
que son sólo discernibles por quien tiene mucha experiencia. Es por eso que no
tenemos que confiarnos de haber retenido los datos suficientes para la
identificación.
El síndrome producido por esta especie mortal es conocido como «de
latencia larga», lo que indica que los síntomas y efectos de esta
intoxicación se manifiestan diferidos en el tiempo, entre 5 y 12 horas después
de haber consumido el hongo. Además, es frecuente que, luego de los primeros
síntomas de malestar gastrointestinal, se produzca un alivio temporal. Esta
mejoría no debe confundirse con una remisión del síndrome, ya que luego de
algunas horas, los síntomas vuelven y el daño hepático suele ser irreversible.
En muchos de los casos, el diagnóstico tardío hace que el trasplante de hígado
sea la única solución. Por eso recomendamos que ante cualquier sospecha de
haber ingerido un hongo venenoso, se busque ayuda médica inmediata.
Finalmente, queremos llamar la atención sobre las indicaciones para
distinguir a un hongo venenoso de uno que no lo es. Todas estas recetas son falsas,
o tienen un alcance limitado a cierta región. Sólo la identificación certera a
nivel de especie puede indicarnos si se trata de un hongo comestible o no. En
las redes sociales hemos observado muchos mitos que constituyen un gran
peligro. Uno de los errores más difundidos en nuestro país, es que «todo
lo que crece bajo los pinos es comestible». En particular Amanita phalloides, el hongo más mortal
que conocemos, puede ser encontrado en diversas provincias de nuestro país bajo
pinos y muchas otras especies arbóreas.
Resaltamos que los hongos presentes en la Argentina no son venenosos al tacto y que sólo al ingerirlos pueden causar daño. Por esto, alentamos al contacto con la naturaleza y a todas las actividades que nos permitan disfrutar de ella de manera responsable, sin dañarla, y sin exponernos a peligros innecesarios.
Texto: Laboratorio de Micología del IMBIV-CONICET-UNC Fotos: Dr. Carlos Urcelay (IMBIV-CONICET-UNC)
La diversidad de relaciones entre especies vegetales y animales que viven en los ecosistemas es parte de lo que llamamos comúnmente “biodiversidad”. Dentro de estas relaciones es importante considerar aquellas entre las sociedades humanas y la naturaleza, ya que son las que actualmente más influyen sobre la situación ambiental del planeta. Para reducir la pérdida actual de biodiversidad, este nuevo estudio remarca la necesidad de un mejor conocimiento, identificando vacíos del conocimiento sobre la gobernanza ambiental y las conexiones entre los sistemas sociales y ecológicos. Nota completa en: https://www.conicet.gov.ar/identifican-los-vacios-de-conocimientos-en-torno-a-los-estudios-de-biodiversidad/
Basada en un trabajo en el que participaron investigadores de nuestra institución, “Una cordobesa en vías de extinción” es una nota que nos va a ayudar a comprender la complejidad reproductiva de una de las plantas mas emblemáticas de la Provincia de Córdoba y el modo en que es polinizada, marcando un paso adelante en lo que podría convertirse en un potencial desarrollo de cultivos de esta hierba serrana, así como para el diseño de nuevas técnicas que permitan que las poblaciones silvestres puedan recuperarse.
En caso que decidan reproducir esta nota o alguno de sus contenidos y/o imágenes, pueden hacerlo de forma libre con la única condición de citar a los autores del material utilizado.
Un estudio realizado por Lucas M. Carbone, Julia Tavella, y Ramiro Aguilar (IMBIV, CONICET-UNC) y Juli G. Pausas (CIDE, CSIC) ha comenzado a abrir el camino para comprender si los incendios forestales y su variabilidad en el tiempo y en el espacio son importantes en determinar la respuesta de los polinizadores a los cambios en el ambiente, así como también de las plantas y otros animales que dependan de ellos. La nota que describe este trabajo puede ser bajada en formato PDF en: https://bit.ly/2mKxWGo
Muchos siglos atrás, los filósofos de la antigua Grecia explicaban
los patrones de la naturaleza a partir de cuatro elementos básicos: el agua, el
aire, el fuego y la tierra. Hoy, casi dos mil quinientos años más tarde, los
científicos -herederos de aquellos sabios filósofos- continúan estudiando la
relación entre esos mismos cuatro elementos y de qué manera son capaces de
modificar a la naturaleza.
La Provincia de Córdoba es uno de los lugares ideales para este
tipo de estudios, ya que la interacción entre esos cuatro elementos, sumado a
la mano del hombre, ha producido en los últimos años transformaciones drásticas
en el paisaje y en la biodiversidad de la región. Y uno de esos elementos, el
fuego, ha sido un protagonista central en todos esos cambios.
En nuestro país, no son muchos los estudios que demuestren el
efecto de los frecuentes incendios forestales en los ecosistemas, sobre todo en
la región de bosques secos subtropicales, como los que existen en el noroeste
de Córdoba. Un reciente trabajo en colaboración entre investigadores del
Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV-CONICET-UNC) y del
Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales
(IANIGLA-CONICET-UNCuyo), ha iluminado el camino para comprender cómo el fuego
es capaz de moldear a la naturaleza a lo largo del tiempo.
Este trabajo, que estudió la influencia de los incendios sobre la
diversidad vegetal y el suelo, fue realizado en una región de bosques secos
subtropicales que se encuentra muy cerca de la ciudad de Carlos Paz, un centro
turístico a pocos kilómetros de la capital de la Provincia de Córdoba.
En este caso la mano del hombre, a diferencia de todas las
críticas que recibe sobre su mal manejo de la naturaleza, fue una gran aliada a
la hora de comparar los efectos que produce el fuego en la naturaleza: la
región seleccionada para esta investigación se encuentra separada en dos partes
por la autopista que une la ciudad de Córdoba con Carlos Paz. Esta división
artificial, existente desde 1971, contribuyó ampliamente para que ambas
secciones sufrieran de manera diferencial la acción del fuego.
Antes que nada, es bueno precisar cómo puede conocerse la historia de los incendios en una determinada área, sobre todo cuando son regiones alejadas de centros urbanos y por lo tanto no hay registros oficiales de este tipo de eventos, ya sea que se originen de forma natural (por ejemplo, durante tormentas eléctricas) o artificial (debido a la negligencia humana). La mayoría de los árboles poseen la capacidad de “grabar” su historia en los anillos internos que forman parte de sus troncos. Debido a que el crecimiento de muchas plantas leñosas es típicamente estacional (por lo general aumenta en verano, cuando las condiciones son más cálidas y lluviosas, mientras que se detiene en invierno, cuando el clima es más frío y seco), ese desarrollo queda marcado en forma de anillos concéntricos bien diferenciados, correspondiendo cada uno a un año de la vida de ese árbol. Contando la cantidad de anillos que posee el tronco de un árbol (para lo cual no hace falta cortarlo, sino simplemente tomar una sección muy pequeña con una herramienta similar a un sacabocados), puede saberse su edad exacta. Pero también pueden “leerse” fenómenos que pudieron afectar su crecimiento y que dejaron cicatrices en el anillo del año en el que, por ejemplo, hubo una gran sequía o un incendio.
Hablamos de una “historia ambiental” que queda impresa en los
anillos de crecimiento de los árboles.
A través de este tipo de estudios, los investigadores de este
trabajo lograron conocer con gran precisión los años en que cada sitio estudiado
sufrió grandes incendios, utilizando como modelo a uno de los árboles más
emblemáticos y resistentes de la zona, el molle (Lithraea molleoides).
Estos
árboles del centro del país son verdaderos “archivos naturales” que nos
permiten entender los cambios ambientales pasados. De esta manera también
lograron determinar que la periodicidad de los incendios fue muy diferente a
ambos lados de la autopista. En la zona sur, cuyo aspecto recuerda mucho al de
una sabana, descubrieron una alta incidencia de fuego en el pasado (al menos 10
incendios en los últimos 80 años), mientras que en la zona norte, más boscosa,
se registraron muy pocos incendios en el mismo período de tiempo (entre 1933 y
2015). Este resultado les permitió comparar otros parámetros para comprender
cuan influyente es la acción del fuego en la diversidad de la vegetación y en
la calidad del suelo.
En primer lugar, se estudiaron los diferentes tipos de plantas que
abundaban en ambas zonas, encontrándose una variabilidad bastante extrema.
Mientras que la zona de baja frecuencia de incendios poseía una gran cantidad
de árboles y plantas trepadoras, en la región que sufrió más eventos de este
tipo se registró una mayor biodiversidad, pero con abundancia de arbustos,
hierbas y pastos. En este último caso, el más abundante resultó ser el “pasto
rosado” (Melinis repens), una especie
exótica originaria de África y que es considerada una maleza nociva en varias
partes del mundo en donde fue introducida.
Los estudios de suelo también mostraron cambios radicales entre
ambas zonas. Si bien la cantidad de materia orgánica y los nutrientes del suelo
parecían conservarse entre ambos sectores separados por la autopista, se
registró una menor profundidad del suelo en el sector con más incendios,
probablemente originada por la pérdida de cobertura vegetal y el alto grado de
erosión a que esa zona fue sometida luego de cada incendio. Esta pérdida de
suelo conlleva a una menor
disponibilidad de nutrientes y agua, permitiendo que en esa zona crezcan
aquellas plantas más resistentes a condiciones extremas, como el citado pasto
rosado.
Si bien en la zona de alta incidencia de incendios también se pueden encontrar molles (aunque en un número mucho más bajo, como se ve en la foto de abajo a la izquierda), su capacidad de crecimiento se encontró muy afectada por el continuo efecto del fuego, demostrando que este tipo de fenómenos periódicos afecta de manera notable la productividad del bosque. Por otro lado, la abundancia de pasto rosado, que se adapta mucho mejor que otras especies a la pérdida de suelo, contribuiría en gran parte a que estos sucesos sean cada vez más frecuentes, ya que este tipo de plantas son altamente inflamables.
Todos estos resultados demuestran que una alta frecuencia de
incendios en este tipo de bosques conduce a cambios drásticos en la abundancia
vegetal, junto con una reducción en la profundidad del suelo debido a un mayor
grado de erosión. Si este tipo de fenómenos persisten, es muy probable que la
frecuencia de los incendios siga aumentando, y continuaría perdiéndose suelo
hasta llegar a condiciones críticas que no permitan el desarrollo de la
vegetación. Estos resultados no hacen más que demostrar que es necesario llevar
a cabo acciones urgentes de restauración del bosque seco subtropical, tratando
de evitar el inicio del fuego (particularmente el asociado con acciones del
hombre) y disminuyendo el avance de especies exóticas como el pasto rosado.
Comprender los efectos del fuego en la naturaleza es esencial para conservar la
biodiversidad y plantear tareas de restauración, como así también para evaluar el
desarrollo de actividades como la agricultura, la ganadería y el turismo.
Por: Dr. Alberto Díaz Añel
(IMBIV-CONICET-UNC)
Colaboración: Dr. Esteban
Kowaljow y Dr. Diego Gurvich (IMBIV-CONICET-UNC), y Dr. Mariano Morales
(IANIGLA-CONICET)
Publicación citada: “A 55‐year‐old natural experiment gives evidence of the effects of changes in fire frequency on ecosystem properties in a seasonal subtropical dry forest” (2018). Kowaljow, E., Morales, M.S., Whitworth‐Hulse, J.I., Zeballos, S.R., Giorgis, M.A., Rodríguez Catón, M. & Gurvich, D.E. Land Degradation and Development 30(3): 266-277.
Investigadores del CONICET participan de proyectos para el mejoramiento genético de Arachis hypogaea, combinando especies silvestres y razas antiguas inmunes a la enfermedad que provoca pérdidas de hasta el 40 por ciento en Argentina.
Un estudio sobre la conservación del bosque seco del Chaco de Argentina, publicado por miembros de nuestro Instituto y colaboradores en la Revista Ecosistemas de la Asociación Española de Ecología Terrestre, evidencia por primera vez que las zonas menos modificadas por el ser humano cuyas especies vegetales conservan una mayor diversidad funcional, son capaces de proveer a la población local de un mayor número de servicios esenciales y por más tiempo, que aquellas zonas que son o han sido intensamente usadas.
Los invitamos a asistir a un evento que organizamos desde el IMBIV, cuyo eje será el intercambio de conocimientos y saberes entre expertos en ecología y producción de alimentos, con el objetivo de debatir sobre los modelos de producción alternativos al tradicional: ¿mejor la agroecología o la intensificación sustentable? ¿o quizás un poquito de cada una? ¿son paradigmas irreconciliables?
El mismo tendrá una estructura informal tipo conversatorio, donde cuatro expertos con visiones diferentes sobre la producción de alimentos expondrán sus ideas respecto a las problemáticas ambientales actuales y sus posibles soluciones.
¿Cuándo? El jueves 6 de junio del 2019, desde las 9:00 hs hasta las 13:00 hs (arrancamos puntual). ¿Dónde? En el Aula O de la Facultad de Ciencias Económicas de la UNC (acá la ubicación de la FCE https://bit.ly/2VTNcBg; y en la imagen adjunta la localización del Aula O). ¿Cuesta algo? Para estudiantes de grado y posgrado es gratis, los profesores e investigadores deben abonar $100 (se les enviará un e-mail con los datos para hacer una transferencia bancaria). IMPORTANTE: Para poder asistir al evento hay que inscribirse en el siguiente formulario: https://bit.ly/2WY9ZYO
Esperamos poder encontrarles en este hermoso evento y les vamos a agradecer muchísimo la difusión.
Desde el Museo Botánico de Córdoba, les invitamos a participar del Día de la Fascinación por las Plantas el viernes 17 de mayo de 9:00 a 13:00 hs. La propuesta busca trasmitir el entusiasmo y la fascinación por las plantas y concientizar sobre su importancia en nuestra vida. ¡Los esperamos! ¡FASCINATE EN EL MUSEO BOTÁNICO! Vélez Sarsfield 249, piso 1. Córdoba.
Te invitamos a fascinarte con nuestras plantas nativas a través de un recorrido por nuestras exposiciones. Además, te mostraremos cómo trabajamos en el herbario, que conserva 500 mil ejemplares de plantas desde hace 150 años.
Se dispone de cuatro turnos: 9:00, 10:00, 11:00, 12:00 hs.
Destinado a: escuelas primarias, secundarias y público general, en grupos de 30 personas (máximo).
Los invitamos a conocer el fantástico mundo de los hongos en el Jardín Botánico de Córdoba, Francisco Yunyent 5491, este domingo 31 de marzo de 9:00 a 13:00. Habrá actividades para todas las edades. ¡Los esperamos!
Dr. Rocío Deanna Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC); Facultad de Ciencias Químicas, Universidad Nacional de Córdoba, Argentina. https://rociodeanna.weebly.com
Por cuarto año consecutivo, la Dra. Sandra Díaz fue mencionada como una de las mentes más influyentes del mundo, y se encuentra dentro de un grupo de elite que representa al 1% de científicos más citados y referidos del planeta dentro de su especialidad. Este ranking fue elaborado en base a los resultados arrojados por la plataforma Web of Science,de la compañía internacional Clarivate Analytics, que recoge las referencias de las principales publicaciones científicas.
Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás. No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores… Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tanta pasión que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca se enciende.