En tu andar, veo mi andar: los polinizadores nativos parecen irremplazables

Hacia finales del siglo XVIII el famoso naturalista alemán Christian Konrad Sprengel, siguiendo los pasos de su curiosidad, descubrió que la interacción entre las flores y los insectos que transportaban granos de polen resultaba un proceso fundamental para la formación de frutos y semillas en las plantas[1]. Desde ese momento, el estudio y la comprensión de la polinización nos han cautivado. Describir nuevos polinizadores, nuevos mecanismos, nuevas formas en que plantas y animales interactúan, sus comportamientos, los costos de la interacción, o calcular los niveles de interdependencia, se convirtieron en estudios recurrentes en todos los ecosistemas y laboratorios alrededor del globo. La polinización, ya sea como imagen artística, como modelo para comprender fenómenos evolutivos y ecológicos, o para desentrañar sus características y estimar el poder de esta interacción, ha trascendido el tiempo y el espacio. Un claro ejemplo de ello es la tarea a la que abocó Charles Darwin luego de publicar su obra más famosa, el Origen de las especies. En lugar de trabajar, por ejemplo, en un compendio universal sobre las implicancias de su nueva teoría de evolución por selección natural, dedicó sus años siguientes a realizar un análisis detallado de la historia natural de las orquídeas. Así, cuatro años después del Origen, publicó una especie de bestiario de la época, donde armado de dibujos y esquemas meticulosos de las flores, precisó con lujo de detalles las relaciones entre las orquídeas y sus polinizadores, las formas y texturas que encontraba en las flores, los mecanismos complejos detrás de la interacciones y, claro está, cómo esto podría haber sido motorizado por la selección natural[2]. El poder de esta interacción como modelo para comprender el funcionamiento de los ecosistemas radica tal vez en su simpleza y en su belleza, que nos permite evaluar explícitamente las necesidades y preferencias de plantas y polinizadores. 

Hoy sabemos que esta interacción es un proceso clave para el mantenimiento de la biodiversidad, ya que cerca del 90% de las plantas[3], incluidas muchísimas especies que utilizamos para nuestra alimentación y sobrevivencia, dependen de polinizadores para reproducirse sexualmente, es decir, para producir frutos y semillas. Resulta increíble, y hasta parecería mágico, que algo tan bello y delicado como la polinización sea uno de los pilares que sostienen la biodiversidad del planeta, incluida a la humanidad.

De un tiempo a esta parte, y a múltiples escalas, hay una necesidad de conservar los elementos nativos de nuestros ecosistemas. Así, luchamos por preservarlos y cuidarlos de nuestros propios males: los incendios, los avances de la frontera agropecuaria, el cambio climático, etcétera. Empujado por científicxs tenaces, y por parte de una sociedad comprometida, las especies nativas y su rol en la provisión de agua pura, leña, medicinas, y otros múltiples beneficios ecosistémicos, han permeado y llegado a gran parte de las personas. Producto de este trabajo hoy tenemos especies bandera, emblemas de estos esfuerzos por preservar los ecosistemas nativos. El algarrobo, la peperina, el tabaquillo, el cóndor, son solo algunos ejemplos. Pero, ¿qué conocemos de las interacciones planta – polinizador nativas?, ¿cuál es su importancia y qué sabemos de su conservación? ¿Da lo mismo cualquier tipo de polinizador? ¿Es necesario conservar las interacciones nativas en nuestros ecosistemas?

Las abejas melíferas son polinizadores visitantes exóticos en la mayoría de los ecosistemas del mundo

Si recorremos cualquier ambiente de Córdoba, de Argentina e incluso del mundo, es muy probable que si nos detenemos a observar las flores, los principales visitantes sean las famosas abejas melíferas. Podríamos pensar que esta bonita abeja anda desde siempre por acá, pero no es así. Apis mellifera, el nombre científico de esta tierna abejita, es de origen europeo, y en los últimos 60 años, producto de la búsqueda de nuevos ambientes para la producción de miel y con la ayuda del humano, se ha expandido de manera extraordinaria transformándose en el polinizador principal en la mayoría de los ecosistemas del mundo[4]. Si habláramos con lxs abuelxs de nuestros tatarabuelxs probablemente nunca la habrían visto, o al menos no en las cantidades actuales. Apis mellifera es una abeja extranjera recién llegada a nuestros ecosistemas si lo comparamos con los millones de años de evolución entre las flores y los polinizadores nativos. Hoy la hemos naturalizado como un ser vivo más del paisaje, muchas veces la consideramos un elemento clave, e incluso importante para su conservación, pero la realidad es que sabemos muy poco de cuál es su efecto en la reproducción de las plantas nativas y cómo ha afectado esta nueva interacción a las interacciones nativas que existían antes de su llegada a nuestros bosques.

Lepechinia floribunda es un arbusto muy abundante en la sierras del centro del país

Lepechinia floribunda es una arbusto aromático muy común en las sierras de Córdoba. Conocida comúnmente como “salvia blanca”, puede encontrársela a la sombra de molles y churquis, sus flores blancas y bilabiadas que crecen de a cientos son visitadas por muchas abejas y abejorros nativos y, además, por las recién llegadas abejas melíferas. Como en muchas plantas del mundo, en la salvia blanca las abejas melíferas sobrepasan ampliamente en cantidad a los abejorros nativos visitando sus flores. En una investigación reciente[5], estudiamos las características y la calidad de las visitas de ambos grupos de polinizadores, y las consecuencias sobre la producción de semillas en salvia blanca. Evaluamos cómo la cantidad de abejas melíferas y abejorros nativos se relaciona con aspectos de la calidad de la interacción. Asimismo, caracterizamos los rasgos de las flores y determinamos qué grupo de polinizadores se ajusta mejor a ellas.

Los resultados fueron elocuentes. Luego de tres años de observar las flores de salvia blanca y los insectos que llegaban, determinamos que más de la mitad del total de las flores eran visitadas por las abejas melíferas. Cuantificamos el tiempo que pasaban estas abejas en las flores, y si lo sumamos, dos tercios del tiempo que vimos un bicho dentro de una flor, fue una abeja melífera. Nos preguntamos si esta sobreabundancia de abejas melíferas sobre los polinizadores nativos era suficiente para reemplazar la función de estos últimos. A pesar de su abundancia, las abejas melíferas removieron menos cantidad de polen y produjeron menos cantidad de semillas luego de sus visitas respecto a los polinizadores nativos.

Incluso corrigiendo por su superabundancia no llegaron a ser ni tan eficientes ni efectivas como los abejorros nativos, que siendo mucho menos abundantes no sólo removieron más polen, sino que lo depositaron en el momento más oportuno, cerca del mediodía, cuando las flores de salvia blanca se encontraban más receptivas. Así, un patrón emergió de nuestros datos: observamos un ajuste entre el momento de mayor actividad de los polinizadores nativos y el comportamiento de las flores, que maximiza la cantidad de recompensa que las plantas entregan y el polen que los insectos depositan, y en consecuencia la formación de semillas en las plantas. Este patrón probablemente sea producto de la larga historia evolutiva de convivencia entre salvias y abejorros, y del que las abejas melíferas, por extranjeras y recién llegadas, parecen estar exentas. De esta manera, las semillas producidas por las abejas melíferas le costaron mucho “más caro”, en términos energéticos, a las plantas. Tuvieron que producir más néctar, más granos polen y más flores para cubrir la deficiente manipulación por parte de las abejas melíferas. 

Los abejorros del género Bombus resultaron los polinizadores más eficientes

El mundo está sufriendo profundos cambios producto de las actividades humanas. La pérdida de hábitats y la extinción masiva de las especies será lo que identifique a esta etapa de la historia de la tierra[6]. En el caso de las interacciones planta-polinizador, a estas pérdidas las hemos denominado la “crisis de los polinizadores”, que se caracteriza principalmente por una reducción de las poblaciones de polinizadores nativos y cambios en las características reproductivas de las plantas. Ante este escenario, los resultados de nuestra investigación muestran que no podemos reemplazar un polinizador por otro. Incluso a pesar de ser muy parecidos, abejas melíferas y abejorros nativos interactúan de manera diferente con la salvia blanca. Así, una interacción de este tipo parece ser mucho más que dos especies que cooperan para obtener un beneficio mutuo, sino que además está imantada por el largo camino que han recorrido juntas y que las hace irremplazables. La idiosincrasia de esta historia compartida a lo largo de miles de años, ha optimizado los costos y beneficios para plantas y polinizadores. Donde la desaparición de una de las partes, en este caso los polinizadores nativos, tendrá costos reproductivos y consecuencias ecológicas y evolutivas trascendentales que tendrán que pagar las plantas. Así, vemos que la conservación de los ecosistemas debe exceder la simple protección de las especies, y que debe extenderse y pensarse además a las interacciones entre las especies y la historia que han transcurrido juntas.

Autores del trabajo científico: Matías Cristian Baranzelli, Santiago Benitez-Vieyra, Evangelina Glinos, Alejandra Trenchi, Silvina Córdoba, Julia Camina, Lorena Ashworth, Alicia Noemi Sérsic, Andrea Aristides Cocucci y Juan Fornoni. 2020. “Daily fluctuations in pollination effectiveness explain higher efficiency of native over exotic bees in Lepechinia floribunda (Lamiaceae)”. Annals of Botany mcz187. DOI: 10.1093/aob/mcz187. Enlace al trabajo para descargar el PDF: https://academic.oup.com/aob/advance-article/doi/10.1093/aob/mcz187/5633999

Instituciones: Instituto de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México; Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal, Universidad Nacional de Córdoba (IMBIV-CONICET-UNC).

Créditos fotos: Cocucci A.A, Camina J., y Baranzelli M.C.

Redacción de la nota: Baranzelli M.C., Ashworth L. y Díaz Añel A.M.


Referencias

[1] Sprengel (1793). Und de Natur im Bau del der de Geheimniss del entdeckte de Das en el der Blumen de Befruchtung del der. 

[2] Darwin (1862). Sobre las variadas estrategias por las cuales las orquídeas británicas y foráneas son fertilizadas por insectos, y sobre los buenos efectos de la polinización cruzada.

[3] Ollerton et al 2011).How many flowering plants are pollinated by animals? Oikos .

[4] Magrach et al 2017. Honeybee spillover reshuffles pollinator diets and affects plant reproductive success. Nature Ecology & Evolution.

[5] Baranzelli et al 2019. Daily fluctuations in pollination effectiveness explain higher efficiency of native   over exotic bees in Lepechinia floribunda (Lamiaceae) Annals of Botany. 

[6] Doughty et al 2010. Biophysical feedbacks between the megafauna extinction and climate: the first human induced global warming? Geophysical Research Letters.