Sandra Díaz participa de una innovadora propuesta global que busca transformar cómo se mide el progreso humano
La prestigiosa revista Nature acaba de publicar un artículo que propone un cambio radical pero esperanzador: un nuevo índice que mida no solo el desarrollo humano, sino también la calidad de nuestra relación con la naturaleza. Entre las científicas autoras se encuentra la ecóloga argentina Sandra Díaz, investigadora del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC).
El artículo, titulado “An Aspirational Approach to Planetary Futures” (“Un enfoque aspiracional para el futuro planetario”), es fruto de una colaboración internacional liderada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y la Universidad de Oxford. En él se propone el Nature Relationship Index (NRI), o Índice de Relación con la Naturaleza, como una nueva métrica para complementar el Índice de Desarrollo Humano (HDI). El objetivo es medir cómo los países están logrando que las personas y la naturaleza prosperen juntas.

Un cambio de paradigma
Actualmente, el progreso se mide a través de indicadores como el PIB (Producto Interno Bruto) o el HDI, que no contemplan el vínculo entre el bienestar humano y el estado de los ecosistemas. El NRI busca incorporar dimensiones fundamentales como:
- Naturaleza que prospera y es accesible: mide la existencia y el acceso equitativo a espacios naturales.
- Naturaleza utilizada con cuidado: evalúa la sostenibilidad del uso de recursos.
- Naturaleza protegida: considera los marcos legales e institucionales para la conservación.
Un llamado a la acción
El índice se lanzará oficialmente en el Informe de Desarrollo Humano 2026 del PNUD, y apunta a convertirse en una herramienta global para guiar políticas y evaluar avances. La propuesta no se basa en el miedo, sino en la posibilidad: historias de éxito, recuperación y cooperación entre sociedades humanas y la naturaleza.
Este nuevo enfoque invita a gobiernos, comunidades e individuos a adoptar una visión más integradora del desarrollo. Como concluye el equipo autor: “Un futuro en el que las personas y la naturaleza prosperen juntas es posible. La pregunta ahora es: ¿lo haremos realidad?”
