¿Quién se come el bosque? Cómo el uso del suelo afecta a los herbívoros del Chaco seco

En los rincones más áridos del Chaco seco cordobés, donde la vegetación lucha por sobrevivir entre veranos intensos e inviernos secos, las plantas no solo se enfrentan al clima. También deben defenderse de quienes se las comen: los herbívoros. Y según una reciente investigación realizada por científicos del IMBIV, CONICET-UNC y de la FCEFyN (UNC), el tipo de uso que hacemos del suelo -si conservamos, si pastorean animales, si talamos- puede cambiar profundamente quiénes comen y qué comen en este ecosistema.

El estudio, publicado en Applied Vegetation Science, se centró en juveniles de plantas leñosas, que están dando sus primeros pasos para convertirse en árboles y arbustos adultos. Estos juveniles son clave para la regeneración del bosque, pero también los más vulnerables al pastoreo de vacas, cabras y otros animales, tanto salvajes como domésticos.

El equipo de investigación recorrió cuatro tipos de ambientes en el sur del Chaco: desde áreas estrictamente conservadas hasta matorrales abiertos fuertemente alterados por el pastoreo y la tala. Allí observaron más de 1200 juveniles de 17 especies de plantas leñosas, evaluando cuánto daño sufrían por parte de herbívoros vertebrados (como el ganado) e invertebrados (como insectos), tanto en invierno como en verano.

Área de estudio en Córdoba, Argentina Central. La región del Gran Chaco Americano está delimitada por el área gris (arriba a la izquierda). Dentro de ella, el área negra representa la región de estudio, donde se ubicaron las parcelas de muestreo. La ubicación más detallada de las réplicas para cada tipo de uso del suelo se muestra en la imagen superior derecha. El símbolo y la fisonomía de cada tipo de uso del suelo se representan en la imagen inferior.

¿Qué encontraron? Que los ambientes con perturbaciones intermedias -ni totalmente conservados ni demasiado degradados- eran los que mostraban mayor herbivoría. ¿La razón? Allí conviven insectos (favorecidos por un bosque con estructura más compleja) y animales grandes como el ganado (que acceden fácilmente por los claros). Esta combinación genera una especie de “doble presión” sobre los individuos jóvenes. Por el contrario, en los sitios más degradados, la vegetación es escasa, afectando negativamente la biodiversidad de invertebrados, y está dominada por especies juveniles leñosas poco apetecibles, lo que reduce el daño por herbivoría.

El tipo de herbívoro que más actúa también cambia según la estación: En invierno predomina el daño por vertebrados, mientras que en verano son los insectos quienes se hacen notar, probablemente por su mayor actividad con el calor. Y aunque uno podría pensar que los juveniles más pequeños sufrirían más que los más maduros, el estudio no encontró diferencias marcadas entre ellos.

Estos resultados no solo aportan conocimiento ecológico, sino que también ayudan a pensar en prácticas de manejo más sostenibles. Saber cómo y cuándo se afecta la regeneración natural del bosque es fundamental para protegerlo y restaurarlo. En un Chaco donde la presión humana avanza, entender “quién se come a quién, y cuándo” es una herramienta clave para decidir cómo conservar.

Enlace al artículo de Applied Vegetation Science

Autores del artículo científico

Julián Medrano Santos

María Lucrecia Lipoma

Lucas Enrico