Forraje, polinizadores y saberes locales: una alianza vital en el Chaco argentino

Un ecosistema diverso bajo presión

El Gran Chaco es el bosque seco continuo más grande del mundo. En Argentina cubre más de 675.000 km² y ha sido, desde tiempos precolombinos, fuente de vida para comunidades locales e indígenas. El bosque chaqueño provee de diversos bienes y servicios fundamentales para el sustento de las comunidades que lo habitan, como alimentos, maderas, medicinas y  forraje para el ganado.
A pesar de su importancia ecológica y social , esta región tiene una de las tasas de deforestación más grandes del planeta, impulsada principalmente por la expansión agrícola y ganadera a gran escala. En ese escenario, conviven sistemas de producción intensivos y sistemas de producción campesina, mucho menos agresivos con el ambiente pero cada vez más desplazados.

El rol del conocimiento ecológico local

Los sistemas extensivos de producción campesina, basados en la cría de cabras, vacas y otros animales, dependen en gran medida del conocimiento que las comunidades poseen sobre su entorno. Este saber, transmitido de generación en generación, incluye reconocer qué especies nativas sirven de alimento al ganado, como conservar los frutos de alto forrajero, cuáles son las épocas más críticas para el ganado, entre otros conocimientos y prácticas fundamentales para la vida campesina. Esta sabiduría, que forma parte del patrimonio cultural del Chaco, permite sostener la producción en un ambiente de gran variabilidad climática.

¿De qué dependen las plantas forrajeras?

Un equipo de investigadoras e investigadores del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) y del Instituto de Antropología de Córdoba (IDACOR-CONICET) recopiló, a partir de estudios etnobiológicos, un listado exhaustivo de 473 especies de plantas forrajeras usadas en el Chaco. Los resultados de este estudio fueron publicados en el Journal of Arid Environments.

A partir de ese listado analizaron su modo de reproducción para determinar cuánto dependen de los polinizadores. El resultado fue revelador:

  • En promedio, el 61 % de las especies forrajeras necesita en alguna medida de los polinizadores para reproducirse.
  • Este porcentaje es menor al promedio mundial de las plantas con flores (alrededor del 90 %), debido a que dentro de las plantas forrajeras del Chaco abundan los pastos, que son polinizados por el viento.
  • Sin embargo, las especies más importantes para la alimentación del ganado -en su mayoría arbustos y árboles- dependen casi totalmente de insectos polinizadores.

Plantas clave para el ganado y la gente

Entre las especies más mencionadas por las comunidades se encuentran el chañar (Geoffroea decorticans), los cardones (Stetsonia coryne, Cereus forbesii) y varias tunillas y opuntias (Opuntia sulphurea, O. ficus-indica). Muchas de ellas presentan dependencia esencial de los polinizadores, es decir, sin abejas u otros animales que transporten su polen, la producción de frutos y semillas puede reducirse hasta en un 90 %.

Estos frutos son fundamentales para la alimentación del ganado y pueden almacenarse para su uso en épocas de escasez forrajera, además tienen usos medicinales y alimenticios para las personas, reforzando la interdependencia entre biodiversidad, polinizadores y modos de vida campesinos.

Un llamado a la conservación

Aunque los pastos parecen menos sensibles a la pérdida de polinizadores, el forraje de mayor valor nutricional y cultural en el Chaco depende directamente de ellos. Esto significa que la degradación de los bosques y la disminución de polinizadores ponen en riesgo no solo la biodiversidad, sino también la sustentabilidad de los sistemas productivos campesinos.El estudio concluye que proteger a los polinizadores y a las plantas nativas es una acción clave para garantizar el futuro de la ganadería tradicional y de las comunidades que habitan el Chaco.

Enlace a la publicación en el Journal of Arid Environments