Cuando pensamos en el maíz almacenado, imaginamos silos repletos de granos amarillos, fuente esencial de alimento y economía en nuestro país y en el mundo. Pero en esos granos también habitan diminutos invasores: el gorgojo del maíz (Sitophilus zeamais), un insecto que puede destruir hasta el 40% de la producción almacenada.
Lo que quizás no sabemos es que, en ese mismo ecosistema oculto, también viven bacterias capaces de producir aromas volátiles que pueden modificar el comportamiento de los insectos. Un reciente estudio publicado en el Journal of Chemical Ecology revela que estas señales químicas pueden ser la clave para desarrollar nuevas estrategias sustentables de control de plagas.
El papel de los compuestos volátiles microbianos
Las bacterias liberan compuestos orgánicos volátiles (VOCs, por sus siglas en inglés), pequeñas moléculas que se dispersan fácilmente en el aire. Estos compuestos funcionan como mensajes químicos: algunos atraen a los insectos, otros los repelen y otros incluso pueden resultar tóxicos.
El equipo de investigación-integrado por Magalí Beato, Virginia Lara Usseglio, Donald Gergolet Díaz, María Paula Zunino y Carolina Merlo, especialistas de la Universidad Nacional de Córdoba y del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC), se propuso investigar qué VOCs emiten ciertas bacterias del género Enterococcus que viven en los granos de maíz y cómo afectan al gorgojo del maíz.
Un experimento entre granos, bacterias e insectos
En este equipo se aislaron cuatro cepas de Enterococcus a partir de granos almacenados y analizaron sus compuestos volátiles con técnicas químicas de alta precisión. Luego expusieron a los gorgojos a esos aromas en distintos ensayos de laboratorio, para evaluar:
- Atracción o repelencia mediante olfatometría.
- Efectos tóxicos en ensayos de fumigación.
- Comportamiento de oviposición (puesta de huevos) en granos tratados.
Algunos de los resultados
Se identificaron tres compuestos principales producidos por las bacterias que habitan el almacenaje de granos: acetoína, ácido acético y diacetilo. Cada uno tuvo efectos muy diferentes:
- Ácido acético: actuó como buen repelente en el corto plazo, pero estimuló a las hembras a poner más huevos en los granos expuestos.
- Acetoína: resultó atractivo para los insectos, aumentando su presencia en los granos tratados.
- Diacetilo: fue el más prometedor como bioinsecticida, ya que mostró efectos tóxicos a bajas concentraciones.
Estos hallazgos muestran que los compuestos bacterianos no solo influyen en el comportamiento de los insectos, sino que también podrían usarse para diseñar estrategias de control más naturales y menos dependientes de insecticidas sintéticos.

Implicancias para la agricultura
El gorgojo del maíz es un enemigo silencioso de la seguridad alimentaria mundial. Descubrir que bacterias asociadas a los granos generan señales químicas capaces de atraer, repeler o incluso matar a estos insectos abre la puerta a nuevos métodos de manejo de plagas.
El trabajo de los equipos del IMBIV, CONICET-UNC y del Instituto de Ciencia y Tecnología de los Alimentos (ICTA), junto con otros investigadores de la Universidad Nacional de Córdoba, sienta bases para explorar alternativas sustentables en la conservación de granos, aprovechando a los propios microorganismos como aliados invisibles en la protección de nuestros alimentos.
Referencia
Beato, M., Usseglio, V. L., Gergolet Díaz, D., Zunino, M. P., & Merlo, C. (2025). Bacterial Volatile Organic Compounds Shape the Chemical Ecology of Sitophilus zeamais. Journal of Chemical Ecology, 51, 94. https://doi.org/10.1007/s10886-025-01643-w