Una investigación de especialistas del CONICET analizó el impacto de los incendios en comunidades de insectos y especies vegetales, con el objetivo de definir mejores estrategias de conservación.
Una reciente investigación llevada a cabo por especialistas del CONICET en el Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV, CONICET-UNC) en las sierras chicas de Córdoba encontró que existe una mayor diversidad de plantas y de insectos cuando se considera a todas las zonas con diferentes tiempos de recuperación luego de un incendio, en comparación a lo que se observa cuando se tiene en cuenta a las especies de esas zonas por separado. Si bien esto puede parecer lógico, no siempre es tenido en cuenta cuando se deben considerar áreas con diferentes tiempos de recuperación post fuego a la hora de maximizar la conservación de especies.
Para este estudio publicado en Ecological entomology, se tuvieron en cuenta diferentes áreas del Chaco Serrano de acuerdo al registro de incendios existente. En base a este criterio, se definieron tres zonas bien diferenciadas, una con poco tiempo de recuperación (hasta tres años post fuego), mayor tiempo de recuperación (hasta nueve años) y una tercera zona que no sufrió incendios en los últimos ochenta años.
“Nosotros estudiamos comunidades de insectos herbívoros conocidos como cecidógenos. Estos insectos tienen la particularidad de modificar los tejidos de las plantas para que se formen estructuras llamadas agallas, dentro de las cuales sus larvas pueden alimentarse y a su vez estar protegidas de condiciones ambientales hostiles. La diversidad de este grupo de insectos está estrechamente relacionada a los cambios que produce el fuego en la diversidad de plantas, ya que son herbívoros que se alimentan únicamente de sus plantas hospedadoras, necesitando de ellas para poder cumplir su ciclo de vida”, afirma Nicolás Kuzmanich, becario posdoctoral del CONICET en el IMBIV y primer autor del artículo.
En la investigación se destaca que aquellas zonas que alguna vez padecieron un incendio contienen más especies de plantas y de insectos que aquellas que no sufrieron incendios en los últimos ochenta años. “Pero no todo es tan lineal -puntualiza Kuzmanich-, ya que mientras que las zonas recientemente quemadas (tres años de recuperación) contienen mayor número de especies vegetales que aquellas con mayor tiempo de recuperación (nueve años), estas últimas muestran mayor riqueza de estos insectos herbívoros que las recientemente quemadas”.
Estos resultados revelarían que la recuperación del bosque nativo luego de un incendio debe transitar por un proceso en el que tanto la composición de especies como la biodiversidad van cambiando constantemente, y que cualquier impacto negativo sobre esa transformación en cualquiera de sus fases va a impedir o retrasar esa restauración. Además, la presencia de este tipo de insectos especialistas también podría funcionar como una especie de “marcador” que nos indicaría en qué fase de la recuperación se encuentra ese proceso.
Al analizar cuáles son las especies que están en las diferentes zonas estudiadas, los resultados fueron aún más interesantes. “Este estudio reveló que las zonas quemadas compartían especies vegetales y de insectos entre ellas, pero que éstas no estaban en las zonas que llevan mucho tiempo sin quemarse. Esto quiere decir que estos últimos contienen especies vegetales y de insectos que únicamente se encuentran en los bosques que llevan mucho tiempo sin haber sufrido incendios”, explica Kuzmanich. Esto remarca la importancia de conservar los bosques nativos, ya que su diversidad no se encuentra en áreas que hayan sufrido algún incendio.
Pero si los incendios son procesos naturales, ¿por qué se los debe evitar? Las modificaciones producidas por las diferentes actividades humanas en los ambientes, sumado al cambio climático, han aumentado la frecuencia con la que ocurren los incendios en muchos lugares del mundo. Este incremento en su frecuencia atenta contra la resiliencia que tienen los ambientes para recuperarse luego del fuego. Todo esto conlleva a que aquello que alguna vez fue un bosque termine convirtiéndose en un pastizal o un matorral, con mayor probabilidad de volverse a incendiar y con menor capacidad de resiliencia.
De este trabajo se desprenden dos puntos principales. Por un lado, que los incendios, como otros tantos disturbios naturales, producen heterogeneidad en los ambientes, lo que a su vez se traduce en una mayor diversidad. “Pero lo más importante es que hay evitar que los ambientes quemados vuelvan a incendiarse para darles el tiempo necesario para su recuperación. De esta forma, integrar áreas con diferentes tiempos de recuperación luego de un incendio a los planes de conservación es una estrategia que permitirá maximizar la conservación de la diversidad y así aprovechar los grandes beneficios de ella. El desastre ecológico no son los incendios en sí mismos, sino los múltiples incendios que ocurren anualmente en las mismas zonas, devastándolo todo”, finaliza Kuzmanich.
Por Alberto Díaz Añel – Área de Comunicación IMBIV
Referencia bibliográfica
Kuzmanich, N., Giorgis, M.A. & Salvo, A. (2022). Fire affects galling insect communities through vegetation changes in a subtropical seasonally semiarid forest. Ecological Entomology 47:296-304. https://doi.org/10.1111/een.13113
Nota: este artículo fue publicado en la página web de CONICET el 4 de agosto de 2022 en el siguiente enlace: https://www.conicet.gov.ar/evaluan-el-impacto-del-fuego-en-los-bosques-nativos-de-las-sierras-chicas-de-cordoba/