Editorial de la Dra. Sandra Díaz para la revista Science
La ciencia ha permanecido por mucho tiempo alejada de la gente. La pandemia de Covid-19 ha demostrado la importancia que tiene la ciencia para nuestra supervivencia como especie, pero también ha expuesto los cortocircuitos comunicacionales que existen con el público, sumado a los impactos negativos que concepciones científicas fragmentarias tienen sobre las decisiones que se toman sobre la salud de la gente y el resto de los seres vivos.
La comunicación pública de la ciencia ha afrontado una dura batalla en estos últimos dos años, combatiendo abundante información falsa que se esparció rápidamente a través de redes sociales y medios de comunicación.
Se necesita de manera urgente un diálogo entre todos los actores sociales, porque en los tiempos que se avecinan todo el mundo debe involucrarse, ya que las decisiones que se tomen en el futuro cercano van a afectar -de manera positiva o negativa- a todos nosotros. Sin excepción.
En el último número de la revista Science, la Dra. Sandra Díaz (IMBIV-CONICET-UNC) escribió un editorial sobre la importancia de nuevos conceptos integradores, y de su comprensión pública, para lograr el cambio transformador que viene solicitándose en los últimos informes ambientales. Las decisiones que se tomen a partir de ellos deberán ir más allá de los científicos que los desarrollaron y de quienes deben aplicar las políticas públicas.
En este editorial, que puede leerse accediendo al siguiente enlace, la Dra. Díaz plantea una manera clara y concisa de transmitir la imagen de lo que realmente significa la biodiversidad, la cual no solo se refleja en las numerosas especies que habitan nuestro planeta, sino que también abarca la conexión entre las personas y el resto de los organismos vivientes, e incluso entre diferentes lugares y pueblos, a través de los cuerpos de los seres vivos. Propone que la idea de “la biodiversidad” o “la naturaleza” como algo separado de los seres humanos, no es simplemente una idea que el público general “malentendió”, sino que es apuntalada por las definiciones científicas y las metáforas y narrativas sociales que han predominado en torno a ellas, donde no se pone el acento en la interconexión sino en la separación entre lo humano y el resto del mundo. Mostrar a la biodiversidad en todas estas facetas como un “tapiz de la vida” es una forma de evidenciar cómo la gente está “enredada” o “entretejida” con el resto de los organismos que habitan este planeta, cómo estamos emparentados y cómo dependemos a nivel físico y cultural de ellos. El uso de esta metáfora favorece narrativas que pintan a la humanidad como hebras profundamente entretejidas dentro de ese tapiz de vida, y también hace que se aprecie aún más la riqueza de las contribuciones que aporta la naturaleza a las personas. Esta metáfora se presta más que las actualmente dominantes a atraer la imaginación del público, e inspirarlo para que participe de forma activa en la generación de acciones que permitan reforzar ese tapiz que se está destejiendo cada vez más velozmente.
En comunicación pública de la ciencia, las metáforas han sido siempre una estrategia muy utilizada para acercarse a la gente, y a su vez alejarse lo más posible de la compleja jerga científica, lo cual no representa una forma de “traducción” o de “bajar el lenguaje”, como suele decirse. Las metáforas no son solo un recurso de la imaginación poética, sino que las utilizamos constantemente en nuestra vida diaria, casi sin darnos cuenta. Hablamos de “hilar fino”, “atar cabos”, tener “pensamientos elevados” o “meterse algo en la cabeza”. Las metáforas, además de ser parte de nuestro lenguaje, también influencian nuestros pensamientos y acciones, no solo en la vida cotidiana, sino también en la producción científica. Diferentes conceptos y metáforas iluminan diversos aspectos de cómo funciona el mundo, y por lo tanto llevan a medidas de acción radicalmente diferentes.
Como dice el final del editorial de la Dra. Díaz, “las metáforas adecuadas han sido fundamentales para muchos cambios sociales en el pasado; no debemos subestimar su importancia esta vez”. Necesitamos que todo el mundo comprenda que somos una hebra más en el tapiz de la vida, y que no podemos permitir que se siga destejiendo. El tiempo para actuar es ahora.